Jóvenes pasan mil peripecias para ver al Papa

Muchos lavaron carros durante todo un año, hicieron rifas, pidieron dinero prestado, pero todo, dicen, 'vale la pena'.

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Los jóvenes menos religiosos aprovechan la oportunidad de ir a la playa carioca mientras inicia el encuentro con el Papa. (Agencias)
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Agencias.
RIO DE JANEIRO, Brasil.- Un millón de jóvenes se las ingeniaron para financiar el viaje a Brasil con la intención de participar en la Jornada Mundial de la Juventud..

De acuerdo con la agencia de noticias AP, los muchachos de todos los puntos cardinales se congregaron en Rio de Janeiro después de largas travesías de autobús, barco o avión para ver de cerca al Papa Francisco.

Con la intención de estar en la jornada eucarística que se realizará del 22 al 28 de julio, muchos lavaron carros, pidieron dinero prestado, fueron financiados por sus padres y hasta no faltaron los que solicitaron apoyo económico a las empresas privadas a fin de congregarse con el Papa.

El joven brasileño Rodrigo Almeida, de 23 años, viajó de lancha desde su ciudad natal de Manacapuru, en el estado norteño de Amazonas, hasta la ciudad de Manaus, a 100 kilómetros de distancia. Allí comenzó una travesía de dos días en autobús hasta Rio.

Almeida aseguró "hicimos un esfuerzo gigantesco para estar aquí". Envuelto en una bandera de Amazonas, el joven adulto organizó ventas de comidas y fiestas para recaudar los 3.000 reales (1,400 dólares, aproximadamente), y así como él, otros más relataron peripecias similares.

Río de Janeiro es una de las ciudades más caras en Sudamérica, donde nadie se extraña de pagar hasta dos dólares por un café espresso.

Otro hombre, Alvaro Alfaro, un chileno de 25 años, estudiante de teología, pidió en su ciudad natal que le ayudaran con el gasto. En Casablanca, ciudad aledaña al puerto de Valparaíso y conocida por la producción de vino blanco, recibió "ayuda de una vinícola de la comunidad, la Viña Catrala, y otra gente nos hizo donaciones. También organizamos ventas de cosas como comida y ropa", recordó.

Todo un año ahorrando

De igual manera se expresa la ecuatoriana Tania Villarreal, de 18 años, quien pasó un año ahorrando todo lo que podía del dinero que recibe de sus padres. La muchacha salió de Quito para estar en la jornada junto a sus compañeros del grupo Juventud Misionera Unida.

Reforzó sus ingresos vendiendo artesanías de su fabricación entre sus compañeros de colegio, pero al final fue la ayuda de sus padres la que le permitió hacer el viaje.

La venezolana Katherine Tavares, una socióloga de 32 años, pudo financiar su propio viaje desde su país, aunque otros muchachos de la parroquia de Caracas no corrieron su misma suerte. Sus coterráneos, explica, "organizaron bingos, lavaron carros, vendieron comida, hicieron de todo para financiarse el viaje".

Los jóvenes pasan primero por el famoso Sambódromo, donde desfilan cada carnaval las escolas de samba, para inscribirse y recoger su "kit peregrino", un pequeño morral de color verde o amarillo donde está una guía de las actividades del Papa durante la semana.

En el kit llevan también una camiseta, una gorra y un pequeño crucifijo, así como un libro para seguir la liturgia de las misas papales.

En largas filas por "la avenida" o el corredor central del Sambódromo, jóvenes de Argentina, México, Venezuela y Perú, entre otros, aguardan con sus maletas y morrales a que uno de ellos recoja el kit de los demás, para así evitar tumultos.

El sacerdote católico Daniel Acuña, de 50 años, llegó desde Puerto Varas, en Chile con un grupo de 80 estudiantes de su colegio, del mismo nombre, y aunque algunos de los muchachos de entre 15 a 17 años recibieron ayuda de sus padres, también dijo que organizaron colectas y rifas para cubrir los costos del viaje.

Pese a lo caro que resultó el viaje, los muchachos coincidieron en que cualquier esfuerzo para ver al Papa Francisco en Latinoamérica valió la pena.

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