Kenia, el 'examen final' de voluntarios mexicanos

Estudiantes de la Anáhuac se encuentran en un poblado de desplazados, donde han construido viviendas, sanan a sus habitantes y buscan mejorar la educación.

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Muchos de los estudiantes ya piensan en regresar "antes de un año" para poner en marcha otros proyectos. (EFE)
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EFE
LEMOLO, Kenia.- Un grupo de universitarios de México ha cruzado la frontera del voluntariado social de su país para afrontar un particular "examen final" en un poblado de desplazados de Kenia, donde ha construido viviendas, ha sanado a sus habitantes y ha guiado a sus profesores para mejorar la educación.

Los estudiantes de la Universidad de Anáhuac han abierto así una vía de cooperación internacional con África amparada por la Embajada de México, un campo casi inexplorado por un país que acota la mayoría de los proyectos de voluntariado a sus propios ciudadanos, que sufren verdaderas carencias en algunas zonas.

"Se nos ha criticado por intentar ayudar fuera de México. Es verdad que en nuestro país hay demasiada gente necesitada, pero entendemos que hay que mirar más allá", explica a Efe Marco Antonio Pérez, motor principal de las pequeñas aventuras de cooperación internacional emprendidas por esta universidad.

También lo reconocen desde la propia Embajada: "Entre México y África siempre ha habido una relación distante, es hora de que las cosas comiencen a cambiar y estos pequeños pasos son un buen comienzo", apunta Diego Brosco, encargado de comunicaciones de la oficina diplomática en Nairobi.

No obstante, lo que el ámbito de las relaciones internacionales contempla como una mínima contribución, para otros constituye la experiencia más extrema y gratificante de sus vidas.

Los voluntarios han construido letrinas y cavado zanjas para colocar tuberías, y han practicado pruebas de detección del VIH

Así ha sido para los 67 estudiantes que han viajado este mes hasta Lemolo, un poblado keniano de desplazados que subsiste apenas sin recursos, donde los niños beben a escondidas el agua que se utiliza para mezclar el cemento y limpiar los restos de las obras.

En un plazo de veinte días, los voluntarios han construido un gran salón que podrá emplearse como aula o como dispensario médico -entre otros usos-, han prestado atención médica a 500 personas y han alimentado a más de 600, entre otras pequeñas hazañas.

"Habíamos hecho voluntariado en nuestro país, pero buscábamos más. Estuvimos en Haití, después en China (limpiando la muralla con cepillos de dientes), luego en Perú y ahora en Kenia, que ha sido como un gran examen final por las condiciones de vida que hay aquí", cuenta a Efe Arturo Hernández.

Este estudiante de Ingeniería Civil reconoce que ha sido su experiencia "más difícil y gratificante", aunque también sorprendente, porque, al igual que el resto, ha descubierto las numerosas similitudes que hay entre México y el país africano.

La base alimenticia es la misma: maíz y fríjoles, y las viviendas de las zonas rurales son muy parecidas, así como el carácter cercano y cálido de su gente, resume Marco Antonio. "Y el machismo", reprende una estudiante.

Los voluntarios también han construido letrinas, han cavado zanjas para colocar tuberías, han practicado pruebas de detección del VIH, han impartido clases de educación primaria y secundaria y han dado pautas a los profesores para mejorar sus métodos de enseñanza.

"Me impactó la violencia, a veces física, con la que reñían a sus alumnos, o cómo prestaban atención únicamente a un grupo de niños destacados -cosa que sucede también en países desarrollados- ignorando al resto de la clase", explica Alexis Martínez, otro de los voluntarios embarcados en el proyecto.

Con paciencia trataron de corregir estas formas, y su perseverancia obtuvo resultados: "El progreso en alumnos y profesores ha sido notable", asegura Martínez, quien confía en que las buenas formas que adquirieron los docentes sobrevivan a su marcha.

También dejan otro legado, técnicas aztecas milenarias como la "nixtamalización", el proceso de cocción de maíz con un poco de cal que mejora el aporte nutritivo del cereal y elimina sus toxinas.

Muchos de los estudiantes ya piensan en regresar "antes de un año" para poner en marcha otros proyectos y mantener viva esta vía de colaboración entre México y Kenia.

La experiencia concluye con una notable ganancia de riqueza emocional para los voluntarios -algunos de los cuales jamás habían viajado fuera de su país- y un agradecido poblado de ciudadanos a los que la política dejó sin hogar, obligándoles a vivir aislados.

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