Lampedusa, la isla del 'tesoro' para migrantes africanos (video)

Situada en territorio italiano, esta ínsula representa la puerta de entrada a Europa para miles de refugiados que arriesgan la vida por un futuro mejor.

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Lampedusa es una isla de Italia que pertenece al archipiélago de las islas Pelagias, en Sicilia. Tiene una superficie de solo 20 kilómetros cuadrados y una población de cerca de seis mil personas. (Imágenes de Notimex)
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Agencias
LAMPEDUSA, Italia- Lampedusa es la puerta de entrada a Europa. Más cerca de África que del continente europeo, es el sitio por el que los migrantes tienen que pasar en lo que se conoce comúnmente como “el viaje de la esperanza”.

A bordo de viejas barcas operadas por contrabandistas en las costas de Libia o Túnez, mediante “el viaje de la esperanza” los migrantes intentan cambiar sus vidas. Vienen de países de la costa africana, pero también de la región subsahariana y del Cuerno de África, entre otros lugares.

Se embarcan en un viaje que puede durar meses incluso antes de subirse a la barca. Suben a las embarcaciones en grupos muy numerosos, incluso de 300 personas.

Muchos encuentran el final de su viaje muriendo en el mar, mientras que los que logran llegar hasta el final terminan en el hotspot de Lampedusa a la espera de saber cuál será su destino.

Lampedusa es una isla de Italia que pertenece al archipiélago de las islas Pelagias, en Sicilia. Tiene una superficie de solo 20 kilómetros cuadrados y una población de cerca de seis mil personas.

Su ubicación, en el centro del Mediterráneo, más cerca de Túnez que de Italia, le crea grandes problemas. A menudo termina bajo los focos de los medios de comunicación internacionales debido a los desembarcos de los inmigrantes que llegan de la costa norteafricana o a la recuperación de sus cuerpos por los frecuentes naufragios.

El naufragio desgraciadamente más conocido sigue siendo el del 3 de octubre de 2013, cuando una embarcación libia utilizada para el transporte de migrantes se hundió a poca distancia del puerto de Lampedusa. En el incidente perdieron la vida al menos 366 personas. Hubo 155 supervivientes.

“Tuve la suerte o la mala suerte de asistir y participar en el rescate de la que hasta hace poco era la peor tragedia del Mediterráneo: el hundimiento del 3 de octubre de 2013”, explica Simone, quien tiene un centro de buceo en Lampedusa.

En plática con Notimex recuerda que tuvo suerte porque se encontró en una circunstancia en la que pudo ayudar a otros socorristas. “Pero aunque hubiese estado en uno de los primeros equipos de rescate que llegó, no tuve la suerte de rescatar a náufragos que seguían vivos. Solo pude recuperar cadáveres”, dice.

Y añade, visiblemente afectado: “Estas personas casi habían llegado a Lampedusa. Estaban a poco más de una milla de la isla. Estaban convencidos de que el viaje había acabado, de que habían conseguido llegar a su paraíso. En cambio, se encontraron con la muerte”.

Control fallido 

En primavera la Comisión Europea inició un proceso para desarrollar un sistema de acogida inicial de los migrantes indocumentados en los llamados “puntos calientes” (hotspot) con el fin de identificar y registrar a los migrantes y refugiados y permitirles entrar en el programa de recolocación dentro del territorio europeo con el sistema de cuotas.

Para ello han sido seleccionadas algunas estructuras ya existentes y activas, entre las cuales el centro de identificación de Lampedusa.

Pero en realidad en la isla de Sicilia no ha cambiado casi nada en los procedimientos que se utilizan para registrar a los migrantes: son identificados mediante un sistema fotográfico y la identificación de las huellas digitales, y son sometidos a un chequeo médico, como pasaba antes. Todo esto sucede en las primeras 48 horas desde que llegan.

Algunas políticas europeas son criticadas en especial por un gremio: el de los pescadores. Dos ejemplos ejemplifican claramente el por qué.

De un lado, una vez las autoridades marítimas de la Unión Europea rescatan en el mar a los inmigrantes ilegales, hunden las embarcaciones que los han transportado, cosa que daña las redes que los pescadores lanzan al agua.

Del otro, si los pescadores rescatan en el mar a inmigrantes ilegales, tanto si están vivos como si no, sus embarcaciones deben permanecer bajo inspección entre tres días y una semana.

“Antes las barcas se llevaban a tierra con los inmigrantes ilegales, ahora no. Ahora tienes que llevar sólo a los inmigrantes y hundir las barcas. Y a los pescadores se nos rompen las redes de pesca todos los días, porque pasamos por una zona por donde siempre hemos pasado y nos encontramos la sorpresa, es decir, la barca en el fondo; se nos rompen las redes y perdemos las jornadas”, se queja Salvatore, que hace más de 50 años que es pescador.

“¿Pero cómo es posible que si nos encontramos una persona en el mar, viva o muerta, y la llevamos a tierra, estemos bloqueados durante días? Nosotros tenemos que trabajar, no podemos perder días enteros. ¿Qué pasa entonces? Que muchos pescadores que encuentran cadáveres en el mar los dejan ahí. Lo sé, es terrible, pero Europa nos obliga a hacerlo así”, continua.

Lampedusa es una isla que vive del turismo. Guste o no, las diferentes administraciones locales han tratado de invisibilizar al máximo a los migrantes, ya que según muchos podrían dañar la imagen de este pequeño rincón de paraíso.

Cuna de sueños e incertidumbre

Como muestra, un botón: el centro de acogida para migrantes (es decir, el hotspot) está bien escondido entre dos colinas en una zona remota de la isla.

Tan pronto como ven a alguien que pasa por allí, los inmigrantes agitan los brazos y hablan a voz en grito, deseosos de contar su historia.

“Marruecos, Túnez, Libia, yo soy paquistaní, él es de Palestina. No hay vida en Libia, no hay vida. En Libia sólo hay muerte. Nos fuimos huyendo de la muerte (...) Prefiero morir aquí que en Libia. Ahí te secuestran, te hacen de todo. No hay ley en Libia, entran en tu casa y te matan para robarte el dinero. Todas estas personas han pasado por Libia”, dicen, compitiendo para ver quién toma la palabra. Forman parte de un grupo de alrededor de 300 inmigrantes que llegó hace unos días de Libia.

Y continúan: “Gastamos muchísimo dinero para huir de Libia. Entre mil y tres mil euros. Cada uno de nosotros pagó una cifra distinta. Antes de irnos nos encerraron en una pequeña casa donde no nos daban comida. Si decíamos algo, nos pegaban”.

Una vez que, ya en Lampedusa, los inmigrantes son asistidos e identificados en el hotspot, los transportan bajo vigilancia a bordo de una barca mercante a otros centros especializados repartidos por Sicilia.

En el muelle del puerto viejo de Lampedusa la sensación de pérdida entre los migrantes es casi palpable. No saben qué les espera en los días siguientes. La realidad es muy simple: los que son identificados como refugiados permanecen en Europa; todos los demás, los llamados “migrantes económicos”, son repatriados.

El problema es que a menudo los inmigrantes no conocen la diferencia entre las dos categorías, y no siempre se les proporciona la información de manera clara.

“Primero tenemos que llegar a Sicilia para saber lo que va a pasar, no sabemos lo que les ha pasado a los que llegaron antes a Sicilia, no lo sabemos (...) Cuando lleguemos allí, sabremos si irá bien o mal”.

“Pero no debemos temer a nada, sólo tenemos que conseguir un documento de papel que dice que podemos quedarnos. Tenemos brazos fuertes, somos buenos trabajadores. Podemos ser de ayuda para los europeos. Hace unos días los europeos nos salvaron del mar con sus barcas”, dicen esperanzados dos jóvenes malienses, a quienes interrumpe un policía que les señala el camino para subir al barco que los llevará a costas desconocidas.

(Información de Notimex)

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