Lesbos, el 'cementerio de sueños rotos'

Por esta isla griega ha pasado buena parte de los inmigrantes que persiguen 'el sueño europeo'.

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Alrededor de la mitad del millón de personas que han llegado a Europa en 2015 a través de la ruta de Los Balcanes han pasado a través de la isla de Lesbos, en Grecia. (Notimex)
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Agencias
LESBOS, Grecia.- Cerca del pueblo costero de Molivos, en la isla de Lesbos, se encuentra una enorme colina negra y naranja llamada el 'cerro de los chalecos salvavidas'.

Se trata de esos mismos chalecos que en muchos casos no servían de nada porque estaban hechos de materiales inadecuados en fábricas clandestinas turcas, informa Notimex.

Alrededor de la mitad del millón de personas que han llegado a Europa en el año 2015 a través de la ruta de Los Balcanes han pasado a través de esta isla, que se ha convertido en un símbolo de la crisis de la inmigración.

Desde lejos sólo se ven dos puntos negros y anaranjados en medio de la nada. A medida que uno se acerca, resulta que son chalecos salvavidas, apilados unos sobre otros en grandes cantidades, formando un montículo. Un basurero, o, más bien, un cementerio de sueños rotos.

'Me da mucha rabia porque no eran chalecos de verdad, sino piezas de plástico que nos habrían podido matar. Y en muchos naufragios ha habido muertes que podrían haberse evitado con unos chalecos que funcionasen', dice Abdullah, un afgano de 38 años.

Un infierno

'Pero ¿qué clase de gente son los traficantes? ¿Cómo se puede repartir esta basura a las personas que huyen de la guerra?', se pregunta.

Junto con su amigo Ashraf pasa días enteros sentado en un banco del puerto deportivo de Mitilene, la capital de Lesbos. Los dos afganos y sus familias viven en el hacinado campo de refugiados, a unos 15 kilómetros.

Un camino que siempre hacen andando, tanto a la ida como a la vuelta: 'Podemos entrar y salir del campo cuando queremos. Pero eso es un infierno, hay demasiadas personas'.

'Nuestros hijos son pequeños y no pueden hacer todo ese camino hasta el centro de Mitilene, por lo que nuestras esposas se quedan con ellos. Salimos sólo los hombres. Venimos aquí y fantaseamos sobre nuestro futuro', afirma.

Y añade: 'Para mí un país europeo vale igual que otro. Reino Unido, Italia o Alemania, me da lo mismo. Pero por desgracia no tenemos documentos y sin ellos mi familia y yo estamos atrapados'.

Sin papeles, no hay vida

'Cuando tenga los papeles podré encontrar trabajo y mis hijos ir a la escuela. Pero sin documentos no hay vida. Las personas, para irse de aquí y llegar a Atenas, y desde allí continuar el viaje, debe contactar a los traficantes, que piden mil euros (unos 21 mil pesos mexicanos). ¿No es una vergüenza?', indica.

Al menos 400 personas han muerto este año en el mar Egeo, y 700 el año pasado. Todas intentaban cruzar clandestinamente ese corto brazo de mar, unos 15 kilómetros, que separa Turquía de la isla griega de Lesbos. Hay que estar allí para entender en qué lío se ha metido la Unión. Europea.

Con tal de bloquear el acceso a la ruta de Los Balcanes a los refugiados, ha firmado un controvertido acuerdo que le permite enviar a los refugiados de vuelta a Turquía, sin escrúpulos y a pesar de daños colaterales cada vez más evidentes.

'Me fui de Siria para estar, por fin, a salvo. Soy viuda desde hace dos años, tengo un hijo que está en Alemania desde hace un año y medio, y me gustaría ir con él', señala Aisha, de 43 años.

'Yo sabía que las fronteras estaban cerradas, pero no podía imaginar que se abrían quedado así durante tanto tiempo. En mi caso se trata de reagrupación familiar. ¿Por qué me niegan la posibilidad de visitar a mi hijo?', señala.

Refugiados

Son más de cuatro mil los refugiados bloqueados desde hace meses en Lesbos a la espera de que la burocracia europea decida su destino.

Para ellos se augura una experiencia larga y difícil, al final de la cual solo algunos podrán realmente salir adelante.

Se les reavivó la esperanza, aunque brevemente, a mediados de abril cuando el Papa Francisco les hizo una visita sorpresa, acontecimiento que aquí todo el mundo sigue recordando.

'Fuimos muy felices al verle. Fue un gran día. A mí me criticaron mucho porque publiqué vídeos y fotos de ese día en Facebook. Algún hermano musulmán me dijo: 'Pero ¿qué haces? ¿Rindes homenaje a un infiel?', dice Nabil, de 43 años, quien viene de Siria.

'Pero yo respeto todas las religiones y creo sinceramente en todos aquellos que nos puedan ayudar', afirma.

Mohammed también se reunió con el Papa, pero a diferencia de Nabil ha perdido toda esperanza.

Pesadilla

'Quiero ser honesto. No ha supuesto ningún cambio para nosotros, los sirios. Todavía estamos esperando. El Papa se llevó consigo, a Roma, a una docena de personas. Mi familia y yo habíamos hecho el viaje en barco desde Turquía con algunos de ellos. Hablamos a menudo, sé que están muy bien. Se están preparando para su nueva vida'.

El 20 de marzo se firmó un acuerdo entre Turquía y la Unión Europea según el cual los migrantes y refugiados que emprenden la ruta de Los Balcanes tienen que ser deportados a Turquía si no han presentado demanda de asilo a las autoridades griegas.

Sin embargo, su aplicación está resultando demasiado engorrosa. Es una pesadilla para los solicitantes de asilo, cuyos derechos no siempre se respetan.

'Los hotspots, es decir, los centros de acogida de migrantes creados tras el acuerdo, son en realidad prisiones en las que las personas quedan recluidas por períodos de hasta tres meses', cuenta una voluntaria del campo de refugiados Karatepe que pide permanecer en el anonimato.

'Es verdad, ellos son libres de entrar y salir, pero si quieren comer algo están obligados a volver aquí. Los hotspots son algo inhumano. El hacinamiento y las precarias condiciones de vida favorecen las tensiones, especialmente entre aquellos que temen que los lleven de vuelta a Turquía', dice.

Ruta accesible

'El acuerdo ha ayudado a reducir el número de desembarcos', continúa esta voluntaria. 'En el transcurso de 2015 por Lesbos pasaron 600 mil refugiados'.

Sin embargo, refiere, ahora las llegadas se cuentan con los dedos de una mano. Pero, más que al acuerdo, se debe al cierre de la frontera norte con Macedonia. Grecia ahora ya no es el trampolín de salida para Europa.

La voluntaria manifiesta que 'en teoría, ahora el mecanismo de identificación de los solicitantes de asilo debería ser más rápido, 15 días, no más. Pero hay escasez de funcionarios, que son los que han de determinar quiénes tienen derecho a entrar en Europa y quiénes deben ser deportados a Turquía'.

'Y así pasan los meses. Antes de 2015 nadie hablaba de Lesbos. Luego los traficantes abrieron esta ruta y el flujo se ha desplazado hacia Grecia. Ahora la ruta de Los Balcanes parece haber acabado. Después lo intentarán a través de Libia y el Mediterráneo, porque los traficantes son listos y saben cómo moverse', concluye.

La pesadilla de todo el mundo son las deportaciones, que por ahora están avanzando lentamente. En cualquier caso, no servirán para detener de ninguna manera la ola de inmigración. En todo caso, se moverán los puntos de llegada.

Mientras tanto, miles de migrantes continúan viviendo en el limbo de Lesbos, la mayoría de ellos provenientes de África. Estos últimos han aprovechado que la ruta de Los Balcanes era más accesible que la que desde el Sahara, pasando por el Mar Mediterráneo, lleva hasta Italia.

Mamadou, un maliense de 24 años, después de la oración del mediodía en las puertas del puerto de Mitilene, menciona que 'conseguir un visado para Turquía fue bastante simple y rápido. Soy el primero de cinco hermanos, y con ahorros míos y de mi familia he comprado un billete de avión hasta Estambul'.

Trabajo

'Allí me quedé dos meses, trabajando en un mercado día y noche con un sueldo ridículo. Pero me las arreglé para ahorrar los 500 euros (unos 10,500 pesos) para pagar a los traficantes que me trajeron aquí a Lesbos', explica sonriente.

Sobre la ruta que muchos de sus compatriotas emprenden hacia Europa, y en la que a menudo encuentran la muerte, tiene las ideas claras: 'El desierto mata, el mar mata. Esa ruta es demasiado peligrosa, hay un éxito del 50 por ciento. Conozco a muchas personas que acabaron mal'.

'Por esta razón decidí tomar el camino que conduce de Estambul a los países europeos. También se muere subiendo a los barcos de los traficantes desde Turquía a Lesbos, pero el viaje es más corto. Quiero ir a Francia, donde tengo algunos primos. Después de todo, no está tan lejos', enfatiza.

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