Llamaban para extorsionar, pero sin saber a quién

Cuatro personas enfrentan cargos por 'secuestros virtuales' de migrantes: llamaban al azar para exigir rescates y lograron reunir al menos medio millón de dólares.

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Cuando alguien caía en la trampa, pagaba hasta 3,000 dólares. (Internet)
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Agencias
SAN DIEGO, California.- Cuatro personas fueron acusadas en Estados Unidos de participar en un plan que recurrió a auténticas tácticas de telemercado para pedir rescate a cambio de la liberación de inmigrantes bajo la premisa de que sus seres queridos habían sido secuestrados, de acuerdo con una acusación anunciada el viernes.

La verdad es que nadie fue raptado nunca y los extorsionadores ni siquiera sabían a dónde estaban llamando.

Sin embargo, los llamados "secuestradores virtuales" tuvieron un pequeño porcentaje de éxitos desde 2007, con los que recaudaron al menos medio millón de dólares, dijeron investigadores estadunidenses.

Los acusados, que llamaban desde Tijuana, en México, utilizaban unos 30 números telefónicos distintos de San Diego para hacer las llamadas -hasta 5,000 al día- en las que exigían que se enviara dinero por transferencia con el argumento de que tenían detenido a un familiar que pretendía llegar a Estados Unidos sin permiso legal.

Los delincuentes aprovechaban información de las redes sociales para enganchar a los familiares de las 'víctimas'

Los cuatro indiciados por fraude a través de comunicación electrónica y otros delitos, están acusados de recolectar el dinero de los rescates en el área de San Diego y de llevarlo a Tijuana.

Aunque las autoridades dicen que los extorsionadores tenían como objetivo a inmigrantes, marcaban los números al azar.

"Ellos sólo marcaban una secuencia de números, como del 1 al 100", dijo Daniel Page, agente especial a cargo de la unidad de Investigaciones de Seguridad Nacional de la Policía de Inmigración y Aduanas en San Diego. "Ellos son como cualquier vendedor telefónico. Tienen un guion. `Debe pagar este dinero, de lo contrario algo va a pasar'".

Quienes llamaban no tenían idea de si la gente realmente había cruzado la frontera, pero pensaban que suficientes llamadas darían resultado en algún momento, dijo Page. Cuando alguien mordía el anzuelo por lo general pagaban entre 1,000 y 3,000 dólares.

Los delincuentes tenían como blanco el área de Washington D.C., porque ahí vive una gran cantidad de inmigrantes centroamericanos que muchas veces permanecen incomunicados durante el largo viaje de sus países hacia el norte.

Los "secuestros virtuales" son un fraude común en Latinoamérica, en especial en México, Brasil y Guatemala, donde las altas tasas delictivas orillan a las personas a caer más fácilmente cuando en un telefonema al azar se les dice que un familiar ha sido secuestrado.

Las llamadas en Latinoamérica muchas veces las hacen reos desde cárceles utilizando teléfonos celulares introducidos ilegalmente. Los perpetradores muchas veces aprovechan información de las redes sociales para convencer a las personas de que tienen a sus familiares secuestrados.

Las autoridades federales en Arizona reportaron un aumento en estas llamadas en 2008, pero este caso es inusual porque resultó en arrestos.

Secuestro real

La investigación más reciente comenzó en 2011 con un secuestro real, informó Page. Una mujer de Fresno envió 2,500 dólares a una tienda de la cadena Walmart en San Diego para liberar a un cuñado que fue golpeado y retenido varios días en Tijuana.

La mujer recibió otra llamada en la que se le pidió más dinero, pero sabía que su cuñado ya estaba libre. Ella llamó a la policía de Fresno y las autoridades arrestaron a un matrimonio en una tienda 7-Eleven después de que investigadores federales le dijeron a la mujer que hizo la denuncia que siguiera la corriente. 

Los dos se declararon culpables de cargos de lavado de dinero. La investigación continuó y derivó en el arresto de otras cuatro personas, el jueves.

Los detenidos son Ruth Graciela Reygoza, de 63 años, habitante de Chula Vista; María del Carmen Pulido, de 42, de Los Angeles; y los hermanos Adrián y Juan Rocha, de 25 y 23 años respectivamente; ciudadanos estadounidenses que viven en Tijuana.

Se cree que los mensajeros obtenían 10% del dinero recibido, dijo Page.

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