Misticismo y riguroso secreto rodean elección de nuevo Papa

La secrecía bajo pena de excomunión asegura que el nuevo pontífice no sepa qué cardenales votaron en su contra.

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Josep Ratzinger abandonará el trono de San Pedro el 28 de febrero próximo. (Agencias)
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Agencias
CIUDAD DEL VATICANO.- En breve, los ojos del mundo estarán puestos en un ritual cuya riqueza en tradición y simbolismos resulta digna de la Iglesia católica: juramentos secretos, cantos gregorianos, hombres vestidos de escarlata que llenan la Capilla Sixtina, todo mientras la gente en la Plaza de San Pedro espera el humo blanco o negro para saber si hay un nuevo Papa.

Como responsable de las celebraciones litúrgicas en el Vaticano durante dos décadas con el papa Juan Pablo II, el arzobispo Piero Marini organizó los rituales fúnebres del fallecido pontífice y el cónclave donde se eligió a Benedicto XVI. Estaba junto al cardenal Joseph Ratzinger cuando dijo "acepto", lo que comenzó oficialmente su papado el 19 de abril de 2005.

El cónclave de marzo próximo para elegir al 266to líder de aproximadamente 1,000 millones de católicos del mundo tendrá los grandes adornos de elecciones papales anteriores, con la diferencia de que esta vez el Papa sigue vivo, según informa AP.

La renuncia de Benedicto XVI, la primera vez que sucede en 600 años, ha causado caos en el Vaticano: nadie está seguro cómo deberá referirse al expontífice ni qué atavíos usará después del 28 de febrero, cuando deje formalmente el cargo.

Pero una cosa está clara: las reglas y rituales para elegir a su sucesor seguirán la "biblia" de Marini para realizar el cónclave, una densa toma de decretos a pie de página, planos, direcciones y fotos. El libro servirá como guía cuando 117 cardenales se reúnan en la Capilla Sixtina para elegir al sucesor de Benedicto XVI.

El cónclave comienza cuando los purpurados llegan a la Capilla Sixtina cantando la monofónica Letanía de los Santos, seguida de Veni, Creator Spiritus, para implorar la intervención del Espíritu Santo, mientras toman sus lugares ante el "Juicio Final", de Miguel Angel.

Los cardenales prometen guardar secreto absoluto durante y después del cónclave y no permitir ninguna forma de interferencia en la elección del pontífice. La secrecía bajo pena de excomunión también asegura que el nuevo Papa no sepa qué cardenales votaron en su contra, un elemento importante para mantener unificado el liderazgo de la Iglesia.

Después de que un cardenal mayor de 80 años -y por lo tanto no elegible- medita a solas sobre las cualidades que debe tener un Papa y los retos que enfrenta la iglesia, los cardenales comienzan a votar.

El primer día

En el primer día, votan sólo una vez. Después votan dos veces en la mañana y dos en la tarde hasta que haya un ganador. Se necesita una mayoría de dos terceras partes.

Cada cardenal escribe en un papel "Eligo in summen pontificem" o "Elijo como sumo pontífice" y lo coloca en una urna oval. Cuando los votos son contados y se anuncia un resultado, los papeles son cosidos con aguja e hilo, perforados con la palabra "Eligo" y quemados con un químico para que de la chimenea de la Capilla Sixtina salga humo negro (que significa que todavía no hay consenso) o blanco para anunciar que hay un nuevo Papa.

Si se emite el humo blanco, un cardenal sale al balcón de la basílica de San Pedro y proclama "Habemus Papam" y anuncia en latín el nombre del nuevo jerarca. En seguida, el nuevo Papa pronuncia sus primeras palabras como pontífice e imparte la bendición 'Urbi et Orbi'.

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