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Agencia Reforma
NUEVA YORK.-Un detective retirado de la Policía del estado de Nueva York, murió ayer por un cáncer relacionado con las sustancias que aspiró durante los tres meses que pasó buscando víctimas entre los escombros tras el atentado del 11 de septiembre de 2001.

Luis Álvarez, de origen cubano y de 53 años, se convirtió en un defensor abierto de los miles de otros primeros respondientes que enfrentan enfermedades relacionadas con los ataques.

Murió pocas semanas después de que testificara ante los legisladores para pedir una extensión de los fondos para los afectados.

El 11 de junio, un frágil Álvarez se dirigió a Washington con otros socorristas para testificar en una audiencia del subcomité del Poder Judicial de la Cámara de Representantes para una extensión del fondo para agentes de policía, bomberos y otros trabajadores de emergencia que se enfermaron tras trabajar en el sitio de los ataques terroristas del World Trade Center de 2001. Ese día recibió una ovación de pie.

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“Ahora estoy en un hospicio, porque (no hay nada más que puedan hacer los médicos para combatir el cáncer”, escribió Álvarez en una publicación de Facebook la semana siguiente. “Todavía aquí, todavía respirando, todavía luchando”.