Pancho, un pelícano que prefiere la compañia de los humanos

El ave fue encontrada casi moribunda, por lo que Magela Guerrero lo adoptó mientras se recuperaba y ahora no quiere regresar a su hábitat natural.

|
Magela Guerrero alimenta a Pancho en un parque. (Agencias)
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram

Agencias
LA HABANA, Cuba.- Pancho, el pelícano, prefiere la compañía de los seres humanos a la de su propia especie y desde hace un año y medio hizo su hogar en una céntrica avenida capitalina por la que transitan ruidosos automóviles y autobuses cargados de personas, según publica The Associated Press.

Lejos de las paradisíacas playas caribeñas y los aires salobres de la costa, Pancho es un miembro más de la comunidad, los vecinos lo conocen por su nombre y los vendedores de periódicos lo saludan por las mañanas.

Magela Guerrero, quien lo cuida, trató varias veces de devolverlo a la vida silvestre en el mar, pero Pancho se las ingenia para seguirla a todos lados y siempre encontrar de nuevo el camino a casa...¡y a ella!

"Cuando lo vi por primera vez fue un flechazo", bromeó Guerrero de 32 años.

De elegante y suave plumaje color marrón que sacude con energía, un largo pico que restrega en la oreja de su dueña --y pretende usar para alejar a quienes se acercan a ella-- y ojos atentos, Pancho es una celebridad en la Calle 23, la más transitada del barrio habanero del Vedado.

"Nos lo trajo un vecino que acostumbra a pescar en el Malecón. Tenía una alergia, no tenía plumitas y estaba muy inapetente, casi moribundo", dijo con voz triste Guerrero, ama de casa y madre de un adolescente.

La identidad de Pancho no tardó en revelarse. Científicamente es un Pelecanus occidentalis occidentalis, llamado comúnmente pelícano pardo del Caribe, ave que habita en las costas de América desde el sur de los Estados Unidos hasta el Amazonas en Brasil.

Con el paso de los meses, Pancho se volvió popular en la zona, pero también posesivo con Magela Guerrero, a cuya voz obedece

Guerrero consultó a una veterinaria, quien le dio un tratamiento con pastillas y cremas, pero nadie apostaba a que Pancho sobreviviría y menos que se quedaría a vivir allí.

"De esto hace un año y medio", recordó Guerrero.

Pancho dista mucho de ser aquel ave debilitada del 2011 y ahora, después de adoptar a esta familia como propia, se mueve como un miembro más por la sala de alto puntal, se trepa a las mecedoras de madera o sale a la galería donde cada día recibe un saludable baño con la manguera. Cuando está de humor, vuela hasta las azoteas de los edificios aledaños para tomar el sol.

Sus alas están sanas y según los expertos tiene unos tres años de edad.

Para Guerrero es como tener otro hijo. "Atenderlo me insume mucho tiempo", reconoció.

Pancho duerme junto a una palangana de agua en el patio delantero de la casa, pero temprano en las mañanas se pone en acción, mientras los vecinos lo saludan y el vendedor de diarios grita "Panchoooooooooo, la prensaaaaaaaaaa", al entregar el periódico en el domicilio.

Según la mujer, el animalito consume más o menos un kilo de pescado diario que ella le da en cubos con agua salada --esta especie necesita ingerir la sal-- que su vecino le trae en botellas de plástico del Malecón, ubicado a unas 10 cuadras de la vivienda.

"Su preferido son las sardinas, le he comprado de todo, viajaiba, claria, loritos", comentó Guerrero. "En la pescadería somos clientes fijos, conocidos".

Con el paso de los meses, Pancho se volvió popular en la zona, pero también posesivo con Guerrero, a cuya voz obedece siguiéndola por toda la casa o por la calle cuando salen juntos.

"Imagínate, a veces no me deja ni acercarme a ella", dijo Fredy de León, de 48 años de edad y esposo de Guerrero.

La experiencia de Guerrero y De León con los animales es amplia: Pancho comparte en armonía la casa y en especial el patio con tres perros, una cotorra, un cernícalo, un gavilán, tres jicoteas, una oca y un gato.

"Es un zoológico aquí. Los niños siempre se paran a mirar", dijo entre risas Guerrero.

En varias ocasiones la familia llevó a Pancho al mar, trató de dejarlo solo allí, incluso cuando vieron pasar bandadas de otros pelícanos, pero aunque el ave se da sus buenos chapuzones y disfruta el salado baño, regresa a Guerrero en cuanto ella intenta alejarse del lugar.

Ahora Guerrero y su familia están buscando contactos con el acuario local y esperan encontrar un pelícano hembra que pueda hacer pareja con Pancho.

Lo más leído

skeleton





skeleton