Papa critica la marginación laboral en la que viven los jóvenes

Francisco pidió reflexionar sobre cuál es el rol de ellos, con quienes se tiene 'una deuda', ya que se les obliga a mendigar por empleos.

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Papa Francisco celebra la misa de Año Nuevo en la basílica de San Pedro en el Vaticano. (AP/Andrew Medichini)
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Agencias
CIUDAD DEL VATICANO.- En su última celebración pública de 2016, el Papa criticó hoy los privilegios, las concesiones y los amiguismos, instando a contemplar la “lógica del pesebre” que es encuentro, cercanía y proximidad.

La tarde de este sábado, el Pontífice presidió -en la Basílica de San Pedro- el rezo de las vísperas y el canto del Te Deum, el antiguo himno católico de agradecimiento por el año que concluye.

En su mensaje alzó la voz por los jóvenes, condenados al desempleo, a la precariedad y a la falta de oportunidades.

Aún marcado por el espíritu navideño afirmó que con el nacimiento de Jesús, Dios quiso estar cerca de todos aquellos que se sienten perdidos, avergonzados, heridos, desahuciados, desconsolados o acorralados, según publica Notimex.

“El pesebre nos invita a asumir esta lógica divina. Una lógica que no se centra en el privilegio, en las concesiones ni en los amiguismos; se trata de la lógica del encuentro, de la cercanía y la proximidad. El pesebre nos invita a dejar la lógica de las excepciones para unos y las exclusiones para otros”, dijo.

“Dios viene él mismo a romper la cadena del privilegio que siempre genera exclusión, para inaugurar la caricia de la compasión que genera la inclusión, que hace brillar en cada persona la dignidad para la que fue creado”, añadió.

Pero pidió no ser ingenuos, porque los cristianos son tentados para vivir en la “lógica del privilegio”, y llamó a los fieles a admitir que no pocas veces parecen “miopes” o quedan presos de la actitud “altamente integracionista” de quien quiere hacer entrar por la fuerza a otros en sus propios esquemas.

Invocó para todos la luz que los ayude a aprender de los propios errores para mejorar y superarse, esa luz que nace de la humilde y valiente conciencia del que se anima, una y otra vez, a levantarse para volver a empezar.

“Al terminar otra vez un año, nos detenemos frente al pesebre, para dar gracias por todos los signos de la generosidad divina en nuestra vida y en nuestra historia, que se ha manifestado de mil maneras en el testimonio de tantos rostros que anónimamente han sabido arriesgar”, estableció.

El Papa insistió que mirar al pesebre desafía a ayudar a los jóvenes para que no se dejen desilusionar frente a las inmadureces de los más grandes

“Acción de gracias que no quiere ser nostalgia estéril o recuerdo vacío del pasado idealizado y desencarnado, sino memoria viva que ayude a despertar la creatividad personal y comunitaria porque sabemos que Dios está con nosotros”, siguió.

Más adelante señaló que en el pesebre se encuentran los rostros de José y María, jóvenes cargados de esperanzas e inquietudes, que miran hacia delante con la no fácil tarea de ayudar al niño-dios a crecer.

Y entonces alzó un clamor por los jóvenes y pidió a la reflexionar cuál es el rol de ellos, con quienes se tiene “una deuda”.

“Hemos creado una cultura que, por un lado, idolatra la juventud queriéndola hacer eterna pero, paradójicamente, hemos condenando a nuestros jóvenes a no tener un espacio de real inserción, ya que lentamente los hemos ido marginando de la vida pública obligándolos a emigrar o a mendigar por empleos que no existen o no les permiten proyectarse en un mañana”, aseguró.

“Hemos privilegiado la especulación en lugar de trabajos dignos y genuinos que les permitan ser protagonistas activos en la vida de nuestra sociedad. Esperamos y les exigimos que sean fermento de futuro, pero los discriminamos y condenamos a golpear puertas que en su gran mayoría están cerradas”, ponderó.

Entonces instó a todos a asumir el compromiso, por poco que parezca, de ayudar a los jóvenes a recuperar, en su patria, horizontes concretos de un futuro a construir.

Precisó que si se quiere apuntar a un futuro que sea digno para ellos, sólo se podrá lograr apostando por una verdadera inclusión: esa del trabajo digno, libre, creativo, participativo y solidario.

Insistió que mirar al pesebre desafía a ayudar a los jóvenes para que no se dejen desilusionar frente a las inmadureces de los más grandes y estimularlos a que sean capaces de soñar y de luchar por sus sueños.

“El pesebre nos desafía a no dar nada ni a nadie por perdido. Mirar el pesebre es animarnos a asumir nuestro lugar en la historia sin lamentarnos ni amargarnos, sin encerrarnos o evadirnos, sin buscar atajos que nos privilegien”, indicó.

“Mirar el pesebre entraña saber que el tiempo que nos espera requiere de iniciativas audaces y esperanzadoras, así como de renunciar a protagonismos vacíos o a luchas interminables por figurar”, sentenció.

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