Al Papa 'le dañan el corazón' las parroquias cerradas

Su Santidad pidió a los diáconos estar 'disponibles en la vida' y a no ser 'esclavos de la agenda'.

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Agencias
CIUDAD DEL VATICANO.- Los horarios reducidos y las puertas cerradas de las parroquias, la falta de sacerdote, diácono o fiel en las iglesias “me hacen daño al corazón”, confesó Francisco en una misa en la cual participaron miles de diáconos de diversas partes del mundo.

En la Plaza de San Pedro del Vaticano, Francisco celebró la eucaristía por el Jubileo de los Diáconos, y pidió que estas figuras, que ayudan en diversas actividades eclesiásticas sin ser sacerdotes, “sean mansos, en la mansedumbre madura la vocación de ministros de la caridad”, informa Notimex.

A ellos los exhortó a estar “disponibles en la vida”, no ser “esclavos de la agenda que establecen” sino a ser “dóciles de corazón”, a estar abiertos a lo no programado: “Listo para el hermano y abierto a lo imprevisto, que no falta nunca y que es a menudo la sorpresa cotidiana de Dios”.

“Estamos invitados a vivir la disponibilidad, a alejarnos del disponer todo para sí o disponer de sí como se quiera”, dijo.

“Quien sirve no es un custodio celoso del propio tiempo, es más: renuncia a ser el dueño de la propia jornada, sabe que el tiempo que vive no le pertenece, sino que es un don que recibe de Dios para ofrecerlo a su vez”, añadió.

Explicó que quienes sirven en la Iglesia deben abrir las puertas del propio tiempo y del propio espacio a quienes están cerca de él, a quienes tocan la puerta fuera de horario, a costo de interrumpir algo que le gusta o el descanso que se merece.

Sin juegos

Este año se cumplen cinco décadas del restablecimiento de la figura del diácono, que existía en los primeros siglos del cristianismo pero que después cayó en desuso.

Actualmente son unos 45 mil los diáconos permanentes, hombres que pueden ser casados o solteros, encargados de ayudar a los sacerdotes y obispos en las obras de caridad de la Iglesia, siguiendo el modelo de la primera comunidad cristiana.

El líder católico destacó las cualidades de quienes ejercen este ministerio, deben ser mansos, servidores y no “jugar a imitar a los sacerdotes”. Ellos no deberían agitarse ni pretender ser atendidos imponiendo su autoridad.

“Dios, que es amor, llega incluso a servirnos por amor: con nosotros es paciente, comprensivo, siempre solícito y bien dispuesto, sufre por nuestros errores y busca el modo para ayudarnos y hacernos mejores”, ilustró.

“Estos son también los rasgos de mansedumbre y humildad del servicio cristiano, que es imitar a Dios en el servicio a los demás: acogerlos con amor paciente, comprenderlos sin cansarnos, hacerlos sentir acogidos, a casa, en la comunidad eclesial, donde no es más grande quien manda, sino el que sirve”, apuntó.

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