Fábricas ‘zombi’ de China crean ilusión de bienestar

Por todo el país abundan plantas que simulan operar con normalidad para que sus condados sigan cobrando estímulos.

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Trabajador de la industria metalúrgica China, país cuyas plantas fabriles -en algunos sectores- están al borde de la quiebra, pero el Gobierno se niega a cerrarlas. La imagen es de contexto. (Milenio Digital/Reuters)
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Agencias
PEKÍN, China.- A la sombra de un grupo de enormes chimeneas y fundiciones abandonadas hay una señal descascarada que da la bienvenida a los visitantes al Parque Industrial Wenxi Steel.

Pero en el pueblo cercano, los hombres en edad de trabajar y muchas de las mujeres se marcharon. Dejaron únicamente a las personas mayores y a los más jóvenes.

“Si cortas el árbol más grande, todos los pequeños árboles a su alrededor morirán”, dice Wang Peiqing, de 69 años, refiriéndose al colapso de Highsee Iron and Steel Group, que operaba las fundiciones antes de que su reciente cierre devastara la economía de lo que alguna vez fue un próspero rincón de la provincia de Shanxi, en China central. 

“Toda la región dependía de la siderúrgica, ahora los jóvenes tienen que salir y buscar trabajo por toda China”.

Hace seis meses Highsee dejó de pagar a sus 10 mil empleados. Los funcionarios locales estiman que la planta contribuía indirectamente al sustento de cerca de una cuarta parte de la población de 400 mil personas del condado de Wenxi.

Highsee era la planta acerera privada más grande en Shanxi y representaba 60 por ciento de los ingresos fiscales de Wenxi. Por estas razones el gobierno local se mostró renuente a permitir que la empresa cerrara, incluso con los graves problemas financieros que tuvo durante años.

“Para 2011, Highsee ya era como un ciempiés muerto que todavía no adquiría la rigidez del rigor mortis”, dice un funcionario que pide permanecer en el anonimato porque no está autorizado para hablar con periodistas extranjeros.

“Más de la mitad de la planta cerró, pero todavía producía acero a pesar de que sus proveedores no entregaban nada sin dinero por adelantado y estaba hundido en deudas”.

A lo largo de las enormes extensiones de China se cuentan experiencias similares: miles de empresas de los sectores de la industria pesada están llenas de una sobrecapacidad crónica y deberían irse a la quiebra en lugar de recibir apoyo de los gobiernos locales.

Con un gran poder en los tribunales, los bancos estatales y los departamentos administrativos locales, los funcionarios del Partido Comunista en toda China están dispuestos a hacer el mayor esfuerzo para apoyar a las empresas más grandes en quiebra en sus jurisdicciones.

Solo el mes pasado, cuatro años después de que Highsee empezó a tambalearse, por fin el gobierno le permitió iniciar los procedimientos de bancarrota.

Highsee Iron and Steel Group tenía 10,000 empleados que sostenían los hogares de una cuarta parte de Wenxi

En el último mes los medios chinos informaron que al menos nueve grandes siderúrgicas se encontraban al parecer en el limbo, después de detener la producción, pero no tienen permiso para declararse formalmente en bancarrota.

“Hay un gran número de compañías en toda China que deberían declararse en bancarrota, pero no lo hacen”, dice Han Chuanhua, abogado de Zhongzi Law Office, un bufete legal de Pekín.

“El gobierno no quiere ver quiebras porque tan pronto como las empresas se van a la bancarrota, (empiezan) los picos de desempleo y los ingresos fiscales desaparecen. Al impedir el cierre de las empresas por irse a la quiebra, los funcionarios pueden mantener la ilusión de la prosperidad local, el crecimiento económico y los impuestos estables”.

El volumen en circulación de préstamos improductivos en el sector bancario chino aumentó 50 por ciento desde principios de 2013, según cálculos del banco australiano ANZ, pero la relación de morosidad de toda la industria permanece extremadamente baja, solo de 1.2 por ciento.

Sin embargo, en privado altos funcionarios financieros chinos admiten que la proporción real casi con plena seguridad es mucho más alta, disimulada por los gobiernos locales en su intento por apoyar a las empresas.

Este año China está en camino de tener su crecimiento anual más lento desde 1990, cuando todavía se encontraba bajo sanciones internacionales a raíz de la masacre de la Plaza de Tiananmen.

Después de años de frenético crecimiento y construcción, la caída en el sector inmobiliario de esta nación creó graves problemas para la industria de la transformación, entre ellas la de acero, vidrio y cemento, que ya tenían graves problemas de sobrecapacidad.

En el caso del acero, la producción china se triplicó entre 2006 y 2013. El país produjo cerca de una tercera parte de la producción mundial de acero en 2006; para 2012 aumentó casi 50 por ciento.

Con tal sobreproducción, en combinación con una menor demanda china, el precio del mineral de hierro, un ingrediente crucial para la fabricación de acero, se derrumbó 46 por ciento entre julio de 2011 y julio de 2014, de acuerdo con el Banco Mundial.

Con las tendencias actuales, este año China probablemente experimente su primer año completo de contracción absoluta en el consumo de acero desde 1995.

Aunque la sobrecapacidad y la competencia afectaron fuertemente a Highsee, un funcionario local también culpó al dueño de la empresa, Li Zhaohui. Éste tenía apenas 22 años cuando tomó el mando de la compañía en 2003, después de que su padre murió cuando un enfurecido socio de negocios le disparó. En los últimos meses Li ha desaparecido y no pudo ser contactado por Financial Times.

“El plan del gobierno es vender rápidamente la planta y reiniciar la producción como estaba antes, a pesar de que el mercado del acero está en tan malas condiciones”, dice un funcionario que solicitó el anonimato.

“El problema es que debe al menos 10 mil millones de yuanes (mil 600 millones de dólares) y probablemente mucho más. No sabemos dónde encontraremos a alguien que pueda pagar todo”.

(Jamil Anderlini/Financial Times, con información de: Gu Yu)

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