El TLC con México, una carga para Estados Unidos

El presidente Barack Obama admite que el pacto comercial firmado también con Canadá en 1994 tiene algunas deficiencias.

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Imagen de febrero del 2014 donde se ve al presidente estadounidense Barack Obama saludando al primer ministro canadiense Stephen Harper bajo la mirada del presidente mexicano Enrique Peña Nieto. (Agencias)
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Agencias
WASHINGTON, DC.- El Tratado de Libre Comercio de América del Norte se ha convertido en una pesada carga para Barack Obama y sus aliados en sus esfuerzos por superar la resistencia del Congreso a la firma de acuerdos comerciales con Japón y otras naciones.

El presidente estadounidense admite que el pacto comercial con México y Canadá firmado en 1994 tiene algunas deficiencias, a las que mucha gente atribuye la pérdida de puestos de trabajo, sobre todo en el sector industrial, y promete hacer los ajustes pertinentes, según publica The Associated Press.

Los sectores que apoyan los acuerdos afirman que factores como la globalización y la tecnología fueron la verdadera causa de la desaparición de muchos empleos. Pero les cuesta convencer a los opositores a estos acuerdos de que los pactos sellados después del Tlcan fueron beneficiosos para el trabajador estadounidense y que es imperioso firmar más acuerdos de ese tipo.

En las discusiones, se hable del tema que se hable, siempre asoma el Tlcan, impulsado mayormente por los republicanos en el Congreso y firmado por un presidente demócrata, Bill Clinton. Los liberales, los sindicatos y otros sectores condenan el acuerdo casi a diario. Dicen que es el marco de referencia para las nuevas propuestas impulsadas por Obama y, otra vez, un bloque mayormente republicano en el Congreso.

Eso no es verdad, dicen Obama y otros.

"Los acuerdos comerciales firmados en el pasado no estuvieron a la altura de las expectativas", reconoció Obama en su informe anual sobre el Estado de la Unión el mes pasado. "Le pido a los dos partidos que me den la autoridad para promover acuerdos comerciales para proteger al trabajador estadounidense, con nuevos acuerdos comerciales sólidos desde Asia hasta Europa, que no son solo libres sino también justos".

En un encuentro con legisladores de raza negra esta semana en la Casa Blanca, Obama dijo que los acuerdos comerciales de los años 90 tuvieron defectos y que "no se cometerán los mismos errores" en los nuevos pactos, según reveló el representante Hank Johnson.

Todo presidente estadounidense desde Franklin Roosvelt ha gozado de poderes especiales para negociar acuerdos comerciales, pero Obama todavía no los tiene

Un grupo de estudio a favor de los acuerdos, Third Way, emitió el jueves un informe en el que dice que los acuerdos comerciales firmados después del Tlcan, en términos generales, han beneficiado a Estados Unidos. El grupo analizó acuerdos con 17 naciones y tomó en cuenta los bienes, no los servicios, que son un sector muy fuerte de Estados Unidos.

Comprobó que el comercio con 13 de esos 17 países, la balanza se inclinó a favor de Estados Unidos tras la firma de los acuerdos. E incluso si se toman en cuenta las otras cuatro naciones, la balanza comercial de Estados Unidos con todos esos países mejoró en 30 mil millones de dólares.

El caso más notable es el de Singapur, con el que la balanza comercial promedio de Estados Unidos subió casi 12 mil millones de dólares por año desde la firma del acuerdo en el 2004. El peor fue el de Corea del Sur, con la que el déficit comercial subió en cuatro mil 800 millones de dólares desde la firma del pacto en marzo del 2012.

"Muchos legisladores y grupos de interés de oponen instintivamente a los nuevos acuerdos comerciales por la resaca del Nafta", dice el estudio de Third Way, usando la sigla en inglés del Tlcan. "Pero después del Nafta se negociaron acuerdos comerciales con normas superiores".

Uno de los autores del estudio, Jim Kessler, dijo que al hablar de criterios superiores aludía a consideraciones laborales y sobre el medio ambiente que no fueron incluidas en el principal documento del Tlcan.

Kessler sostuvo que, por más que algunos no estén muy convencidos, "hay que sellar los acuerdos porque de lo contrario Estados Unidos cederá el control a países como China".

Obama y los líderes legislativos republicanos impulsan dos propuestas a la vez, incluida una Alianza Transpacífica que abarca a Japón, Australia y otras nueve naciones de la cuenca del Pacífico. China no está incluida.

Los legisladores dicen que la Alianza no será aprobada a menos que el Congreso le dé a Obama la autoridad para tramitar el acuerdo por la vía del "fast track", que permite a un presidente someter un proyecto a una votación que no admite enmiendas, solo un sí o un no. Todo presidente estadounidense desde Franklin Roosvelt ha gozado de poderes especiales para negociar acuerdos comerciales, pero Obama todavía no los tiene.

Lori Wallach, de la agrupación Global Trade Watch de Public Citizen, que se opone firmemente a los acuerdos, sostiene que estudios como el de Third Way publicitan progresos modestos con países como Panamá e ignoran enormes déficits comerciales con socios importantes como Corea del Sur, México y Canadá.

Datos del Censo indican que en el 2014 el déficit comercial con esos tres países fue de 25 mil millones de dólares, 54 mil y 34 mil millones respectivamente.

Wallach afirmó que no hay razón alguna para pensar que el lenguaje de la Alianza Transpacífica cambiará mucho respecto al del Tlcan o el del acuerdo con Corea. "Hay una línea recta que va del Tlcan a Corea y a la Alianza", manifestó.

En un indicio de los desafíos que enfrenta Obama en el Congreso, Johnson, el legislador demócrata que participó esta semana pasada en un encuentro con Obama, dijo que en su distrito hay mucha oposición a acuerdos como el Tlcan.

"En esto del comercio no estoy con el presidente", afirmó.

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