Vuelven 'fantasmas' de norteamericanos a Cuba

Tras la reanudación de relaciones diplomáticas de la isla con EU, las historias de los estadounidenses que poseían bienes regresan al debate.

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Fidelia Rodriguez y su hijo Camilo observan fotos de Daniel Smith y su familia, estadounideses que vivieron en la Cuba prerrevolucionaria, y que habitaron la casa que hoy tienen los ciudadanos cubanos. La reanudación de relaciones con EU ha traído de vuelta el debate sobre la legítima propiedad de las casas como la de la familia Rodríguez. (AP)
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Agencias
ISLA DE LA JUVENTUD, Cuba.- Fidelia Rodríguez mira fotos de la familia Smith, los estadounidenses que fueron propietarios de la casa donde ella ha pasado toda su vida.

Vive detrás del caserón donde los Smith criaron a sus hijos, hoy propiedad del Estado cubano. Su hogar son las antiguas dependencias del personal de servicio.

Tenía 11 años en 1960, en medio del fervor revolucionario, cuando hombres armados irrumpieron en la casa de Smith y dijeron al padre de Rodríguez que la vivienda quedaba confiscada por la revolución. Durante la conmoción su padre sufrió un ataque cardíaco y murió; dejó huérfanos a Fidelia y sus seis hermanos.

El Gobierno entregó a la viuda y sus hijos las dependencias de servicio de la casa expropiada.

"No me siento una extraña aquí porque el Estado me dio esta tierra", dice Rodríguez. "No me siento una intrusa viviendo aquí porque el Estado me la dio, y antes no tenía nada".

Su vecino, Raúl Cabot Blanco, dice que la casa donde él vive pertenecía a "El Americano", según sus padres, aunque no había nacido cuando la casa fue confiscada y entregada a su familia. La tradición familiar supone que la casa fue un regalo.

"El Americano, antes de morir aquí, les dio esta casa a mis abuelos, que vivían detrás de la iglesia", afirmó. "Después que murieron, esta casa pasó a ser herencia familiar".

En la isla vivieron estadounidenses desde principios del 1800. Un tratado dio a Cuba control territorial en 1825

Aunque no conoce el nombre de los propietarios anteriores, él, al igual que otros residentes de la isla, sabe que fue construida por una familia estadounidense, parte de una próspera colonia de expatriados en lo que se conocía como Isla de Pinos.

Eran gente como la familia Brown, fundadora del pequeño pueblo de Columbia y terratenientes con cultivos de cítricos para exportar a Estados Unidos, y sus vecinos, los Mills, propietarios de un buque de vapor y un hotel.

Un cementerio atestigua el número de los estadounidenses que vivieron, trabajaron y murieron en esta pequeña isla ventosa, que fue refugio de piratas, colonia penal y posteriormente una fuente de productos agrícolas para vender en la isla de Cuba y en Estados Unidos.

Una lápida con el nombre de Estefania Koenig y las fechas 1886-1981 indica la longitud de la presencia estadounidense aquí. Fue la última norteamericana que vivió y murió en lo que pasó a llamarse Isla de la Juventud después de la revolución liderada por Fidel Castro.

Ahora, solo quedan las ruinas de sus viviendas y negocios, además de una vieja escuela, los restos de una mina de oro y un hotel destartalado, ecos fantasmagóricos de un pasado lejano.

En la isla vivieron estadounidenses desde principios del 1800. Un tratado dio a Cuba control territorial en 1825. Poco después de la revolución de 1959 los estadounidenses fueron desplazados de la isla en medio de la Guerra Fría.

Más de medio siglo después, las relaciones empiezan a descongelarse y quizás la larga ausencia de los estadounidenses de Cuba y de la Isla de la Juventud pueda llegar a su fin. Pero cuestiones espinosas sobre terrenos y propiedades confiscados deberán resolverse antes de que la transición se complete.

Guillermo McIntosh, historiador de la isla, dice que la presencia estadounidense está ligada indeleblemente al lugar y es parte de la historia de Cuba. Imagina la llegada de visitantes estadounidenses a medida que las relaciones vayan mejorando.

"Los recibiremos muy bien, como también cualquier gesto de algún ciudadano, organización o grupo que quiera preservar esta tradición histórica", afirma, mientras muestra un plano con la ubicación de 200 tumbas de ciudadanos estadounidenses enterrados en la isla.

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