Rusia y sus misiles disuasivos

Pese a la visita del líder israelí Benjamin Netanyahu a Rusia para impedir el envío de armas a Siria, Moscú decidió hacerlo para frenar otra guerra en la región.

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El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu (centro), supervisa un simulacro de un ataque con armas químicas en el que participa el Comando del Frente Nacional en Ramot, Israel. (EFE)
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Laurent Zecchini/Milenio
JERUSALÉN, Israel.- Ayer, el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu hizo saber con firmeza a los miembros de su gabinete que a partir de ahora deberán abstenerse de toda declaración sobre Siria, más precisamente en relación con el envío a ese país de misiles rusos.

Netanyahu no mencionó a nadie, pero no hizo falta si recordamos las declaraciones del martes de su ministro de Defensa, Moshe Yalon.

Hasta hace unos días prevalecía la incertidumbre: ¿Rusia iba a enviar los potentes misiles tierra-aire S- 300 a su aliado de Damasco pese al viaje de Netanyahu a Sotchi, a las orillas del mar Negro, el 14 de mayo, para disuadir al presidente Vladimir Putin de honrar su contrato de venta de armas a Siria?

La duda fue disipada por el vicecanciller ruso Serguei Ryabkov: en efecto, los misiles serán enviados, en especial en esta etapa “para ayudar a contener a algunos cabeza caliente que están vislumbrando un escenario donde se le dé una dimensión internacional al conflicto”.

En suma: los S 300 pretenden disuadir a Israel y EU de cualquier operación militar contra Siria. Eso es lo que explica la reacción poco diplomática de Yalon: el envío de los misiles “es claramente una amenaza a nosotros”. Esto aún no ha ocurrido, añadió el ministro, pero “si por desgracia éstos llegan a Siria, nosotros sabremos qué hacer”.

Es rarísimo que los líderes israelíes profieran este tipo de amenazas, con más razón hacia Siria, un país con el cual es Estado israelí mantiene un estado de paz de hecho desde hace cuatro décadas. ¿Se trata de una escalada? En el plano retórico, sin ninguna duda: todo hace pensar que los dirigentes israelíes están por hacer sonar la alarma, en especial ante la población israelí.

Los ejercicios de defensa civil, que se desarrollan de lunes a miércoles en todo el país, tienen puesto el acento en el riesgo de un ataque masivo de misiles, ya sea que estén dotados de cabezas convencionales o químicas. En dos ocasiones el lunes, los israelíes fueron invitados, al son de las sirenas, a reunirse en los refugios antibombas, en especial los que están ubicados en el subsuelo de los edificios.

Los expertos han recordado que Israel está amenazado en forma permanente por unos 200 mil misiles y cohetes del movimiento Hizbolá libanés [en el gobierno en Líbano], de Siria, de Hamas y de Irán...

Pero este tipo de movilización nacional tiene un inconveniente: arroja una cruda luz sobre las carencias de la defensa pasiva. Según el ministro de Defensa Interior, Gilad Erdan, cerca de 40% de la población no tiene máscara antigás, y un tercio solo cuenta con una habitación para protegerse de las bombas, “lo que supone a que cerca de un millón de familias disponen de muy poco tiempo para encontrar un refugio”, reconoce.

Los líderes israelíes adoptan una estrategia de comunicación ambigua: de un lado, quieren que todos tomen en cuenta el riesgo creciente de un desbordamiento del conflicto sirio; del otro, se esfuerzan en tranquilizar a la población.

El Estado de Israel mantiene su disuasión frente a Damasco, aseguró Yaalon, y así “no creemos que nadie se atreva a desafiarnos por medios no convencionales en un futuro próximo”.

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