Sector privado, la mina de oro de los expolíticos alemanes

Cada vez es más frecuente que los políticos que pierden en las urnas se vayan al sector privado, donde ganan grandes cantidades de dinero.

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El caso más impresionante es el de Gerhard Schroeder, excanciller del SPD, quien tras ser derrotado en 2005 pasó a sueldo de su amigo Vladimir Putin. (vorderstrasse.de)
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Agencias
BERLIN, Alemania.- ¿Qué hace un político en Alemania cuando pierde el mandato y queda desocupado? Se pasa al sector privado y gana mucho dinero: un fenómeno cada vez más frecuente en los últimos tiempos, que tras el último caso despertó nuevas y fuertes polémicas.

El último de la serie es el ex ministro de Salud Daniel Bahr, del extinto partido liberal FDP.

Perdido el puesto y perdido también el partido, barrido del Bundestag en las elecciones hace un año, el ex ministro pasó a sueldo del gigante de seguros Allianz, para ocuparse precisamente de pólizas para enfermos.

El escandaloso caso de conflicto de intereses suscitó la oposición de Linke y los Verdes, que pidieron fijar por ley un período de transición entre la política activa y la actividad privada, según publica el sitio web ansa.it.

También la gran coalición entre cristiano demócratas (CDU-CSU) y socialdemócratas (SPD) había puesto el tema en el acuerdo de gobierno, pero la formulación era vaga y hasta ahora -a diez meses de la asunción- no pasó nada.

"SPD y Unión lo frenan desde enero", atacaron los Verdes, pidiendo un debate en el Bundestag, que se realizará el jueves de la próxima semana.

La organización sin fines de lucro Lobbycontrol, que desde hace años advierte contra el exceso de poder de los lobbies en el parlamento, pidió una ley que fije un período de "abstinencia" para los políticos que pasan al sector privado.

Su vocero, Timo Lange, propuso desde un diario tres años de transición: en su opinión hasta ahora, aparte de proclamas, el gobierno no hizo nada.

La lista de políticos que saltaron de un sector a otro es larga: el partido de la canciller Angela Merkel (CDU) hace escuela, pero tiene óptima compañía.

Muchos proceden de su propio círculo cercano, como Ronald Pofalla, Eckart von Klaeden e Hildegard Mueller. O bien eran sus enemigos, como Roland Koch. Pofalla, exjefe del equipo de la cancillería, irá a trabajar como jefe lobbista para los Ferrocarriles del Estado (Deutsche Bahn). Von Klaeden, ex ministro de Estado en la cancillería, hará lobby para la industria automotriz Daimler.

Koch en cambio, temible adversario interno de Merkel en la CDU, era gobernador de Hesse y pasó en 2011 a la cúpula de la industria edilicia Bilfinger (en agosto fue removido). Mueller, ex ministra de la cancillería y leal a Merkel, es lobbista para la Sociedad Federal para la Energía y el Agua BDEW.

En la FDP el ex ministro de Economía y vicecanciller Philipp Roesler dirige ahora el Foro Económico en Suiza, y el ex ministro de Desarrollo, Dirk Niebel, será desde enero consultor de la industria de armas Rheinmetall. 

Pero el SPD no se queda atrás: Kurt Beck, exgobernador de Renana-Palatinado, es consultor de la farmacéutica Boehringer Igelheim. El exvocero del gobierno rojo-verde fiel a Gerhard Schroeder, Thomas Steg, trabaja para Volkswagen. 

Pero el caso más impresionante es precisamente el del propio excanciller del SPD: apenas fue derrotado en las urnas en 2005, Schroeder pasó a sueldo de su amigo Vladimir Putin en la cúpula del consejo de vigilancia de la compañía de gas rusa Gazprom.

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