"Si pudiera, me iría dando volteretas"

Autoridades aún no revelan los detalles de la operación en que lograron liberar al niño secuestrado en Alabama.

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"Entramos para salvar al niño", explicó la policía. (Agencias)
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Agencias
MIDLAND CITY, Alabama.- Un niño de 5 años estaba de regreso con su eufórica familia y jugando con su dinosaurio de plástico luego que un suplicio de casi una semana como rehén en un búnker subterráneo acabó cuando la policía irrumpió en el lugar y mató a su captor.

El FBI y otras fuerzas del orden dejaron sin respuesta por el momento numerosos interrogantes sobre cómo llegaron a la decisión de asaltar el búnker y qué sucedió dentro del diminuto escondite en un área rural en Alabama, donde el niño había sido retenido por Jimmy Lee Dykes. Pero familiares del menor no dejaron dudas sobre el enorme alivio que sentían.

"Si yo pudiera, me iría dando volteretas por el camino", dijo la tía abuela del niño, Debra Cook, en declaraciones el martes al programa televisivo de ABC "Good Morning America. "Todos hemos estado como en medio de una niebla".

Dijo que el niño estaba feliz y disfrutando con sus juguetes. "Él la está pasando de lo mejor", dijo Cook.

Después de que agentes del FBI determinaron que las conversaciones con un Jimmy Lee Dykes cada vez más nervioso no iban por buen camino, tomaron por asalto el pequeño refugio el lunes por la tarde y rescataron al niño. Las autoridades mataron al captor de 65 años, informó un funcionario a The Associated Press.

Casi una semana después de que Dykes fue acusado de matar a tiros a un chofer de autobús escolar el 29 de enero y de llevarse al niño entre los muchos que estaban en el vehículo, las autoridades investigaban a fondo el lugar de los hechos, unos 100 acres en Midland City donde Dykes había construido su búnker.

Un funcionario de Midland City, citando información policial, dijo que las autoridades habían abatido a Dykes a tiros. El funcionario pidió no ser identificado porque no estaba autorizado a hablar en público sobre la investigación del caso, que capturó la atención nacional.

El forense del condado de Dale, Woodrow Hilboldt, dijo el martes que las autoridades aún no habían sacado el cadáver de Dykes el búnker. Hilboldt dijo que no sabía cómo había muerto Dykes porque no había examinado el cuerpo. Agregó que el cadáver será llevado a Montgomery para la autopsia, aunque aclaró que no sabía exactamente cuándo va a ocurrir.

Versiones sin confirmar

Mientras tanto, las autoridades federales mantenían silencio sobre detalles específicos del final del incidente.

Vecinos dijeron haber escuchado una explosión y disparos, pero el FBI no lo confirmó. Las autoridades además no explicaron cómo exactamente habían monitoreado a Dykes y el niño en un espacio tan reducido.

"Tenemos una escena grande del crimen que procesar", dijo Steve Richardson, agente especial de la oficina del FBI en Mobile. "No puedo hablar de las fuentes, técnicas o métodos que usamos. Pero puedo decirles que la parte positiva es que (el niño) está a salvo".

Wally Olson, jefe de la Policía del Condado de Dale, dijo que Dykes estaba armado cuando las autoridades entraron al búnker. Agregó que el niño estaba bajo amenaza pero declinó ofrecer más detalles.

"Por eso fue que entramos, para salvar al niño", explicó.

Daryle Hendry, que vive a un cuarto de milla del búnker, dijo que el lunes por la tarde escuchó una explosión, seguida de lo que sonó como un disparo. A Dykes lo habían visto con un arma y las autoridades concluyeron que el niño estaba en un peligro inminente, dijo Richardson a reporteros.

No estaba claro de inmediato cómo determinaron las autoridades que el hombre estaba armado.

La familia del niño se reunió con el menor y fueron llevados a un hospital. Las autoridades han dicho que el niño padece del Síndrome de Asperger y de trastorno hiperactivo de déficit de la atención.

Richardson dijo que vio al niño en el hospital y que estaba riéndose, comiendo y "haciendo las cosas que hace un niño normal de 5 o 6 años".

El rescate del lunes coronó un intenso drama que interrumpió las vidas de muchos en un tranquilo pueblo de 2,400 habitantes, rodeado a franjas de maní y algodón y ubicado unos 160 kilómetros al sureste de Montgomery, la capital del estado.

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