Tolerancia cero contra las colillas en París

Ante las toneladas de colillas que se levantan de las calles cada año, se decidió imponer multas a quienes sean sorprendidos tirándolas.

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En la calle, los parisinos parecen más bien escépticos sobre la eficacia de la cruzada anticolillas. (tvpacifico.com.mx)
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Agencias
PARIS, Francia.- Los parisienses tendrán que aprender a reconocer a los nuevos "inspectores de salubridad", agente que seguramente competirán con los cobradores de impuestos en niveles de impopularidad.

Rigurosamente de civil, enviados por el municipio, desde el primer día de octubre son los responsables de infligir multas de 68 euros a todo aquel que arroje sobre la vereda o la vía pública una colilla de cigarro.

Fumadores empedernidos, los parisienses se las deben ver desde hoy con el aparato puesto en pie por Mao Peninou, asesor de Higiene de la Ciudad Luz. 

"Es esencial que se los capte "in fraganti" -explicó- y "por eso nuestros inspectores, habilitados para labrar un acta cuando se arroja basura en el suelo público, efectúan rondas diarias en todos los distritos y no visten uniforme. Les bastará con que un fumador tire la última bocanada, constatar la infracción y se hará la multa".

De acuerdo con el sitio web ansa.it, las nuevas medidas -que implican la utilización de un centenar de agentes dedicados únicamente a castigar a los lanzadores de colillas- se volvieron necesarias después de que los "mégots" (colillas) recogidos cada año en las calles de París alcanzaron el nivel crítico de 350 toneladas.

Para detener el fenómeno no se reparó en gastos: 30 mil cestos fueron especialmente ubicados, con el borde de metal para apagar las colillas, en las calles de París. Uno cada cien metros.

Los cafés y bistrots serán exhortados, con una carta, a ubicar ceniceros móviles en la entrada de los locales. Y el incansable Mao Peninou lanzó incluso un primer grupo de agentes contra los infractores, que labraron multas simuladas a título de advertencia a quien dejaba colillas en la calle, ya en el mes de septiembre.

París sigue el ejemplo de Niza, que lanzó en mayo una medida semejante -pero con multas más altas, de 180 euros- y sigue en el camino de la "tolerancia cero" emprendida en los últimos años: fuertes multas a los dueños de perros que no recogen los desechos, a quien hace pis en los rincones, a quien deja inmundicias en la vereda.

En la calle, los parisinos parecen más bien escépticos sobre la eficacia de la cruzada anticolillas, sobre todo considerando la marea de colillas y botellas de cerveza que se ven por la mañana en las calles donde hay locales de moda y los jóvenes salen de fiesta hasta la madrugada.

Peninou, en cambio, está convencido de poder revertir la tendencia, sin hacer descuentos ni a residentes ni a turistas: "París -repite- no es una ciudad sucia, es una ciudad a la que ensucian".

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