¿Volverán los que se fueron de la Iglesia?

Todas las preguntas están abiertas, incluso entre los expertos, sobre el rumbo que asumirá el nuevo papado bajo el signo de Francisco.

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Si Francisco logra redimensionar el rol del Papa como obispo de Roma, será positivo. (Milenio)
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Stéphanie Le Bars/Le Monde
ROMA, Italia.- El historiador Philippe Chenaux, profesor en la Universidad de Latran, especialista en la Iglesia católica y en el Concilio Vaticano II (1962-65), analiza los primeros días del pontificado del cardenal argentino Jorge Bergoglio, Papa Francisco, y destaca las similitudes y diferencias del nuevo pontífice con sus predecesores.

-Desde su elección, Francisco, con sus gestos espontáneos ha roto con el estilo de su predecesor Benedicto XVI. Ya se le compara en cambio con los papas Juan XXIII, Juan Pablo I o Juan Pablo II. ¿Qué piensa al respecto?

En efecto, encontramos algunos acentos en sus primeras declaraciones. Francisco quiere transmitir un mensaje más positivo después de un pontificado que insistió en las zonas oscuras del mundo. Durante la apertura del Concilio Vaticano, Juan XIII fustigó a “los profetas de las desgracia” que siempre están ahí para anunciar lo peor. El papa Francisco parece querer insistir en el optimismo y la esperanza.

De igual forma, en sus primeros discursos, él habló mucho de la misericordia, como Juan XXIII, que aseguraba que “la Iglesia prefiere recurrir a la medicina de la misericordia que a la de la severidad”.

Para Francisco, se trata sin duda de la tradición jesuita, fundada en una teología moral más indulgente, que busca comprender al pecador, e incluir antes que excluir.

Por su simplicidad y su estilo informal, él recuerda también a Juan Pablo I, que era cercano a su entorno. Pero hay sin duda menos ingenuidad en el jesuita Francisco que en Juan Pablo I, que tenía un cierto candor.

-¿Las comparaciones con Benedicto XVI no constituyen, indirectamente, una crítica a su pontificado? Desde el punto de vista del estilo está la impresión en muchos de haber cambiado de pronto de época...

Para los ratzingerianos, es como un terremoto, aun cuando al final los católicos son leales y siguen al Papa, quienquiera que él sea.

Es evidente que el pontificado de Benedicto XVI sufrió de un déficit de encarnación. Benedicto XVI, el cardenal Joseph Ratzinger, se dirigía al interior mismo de la iglesia, a los católicos comprometidos. Francisco habla a todos. No se había visto tanta gente para una Ángelus, el domingo 17 de marzo desde Juan Pablo II [1980-2005].

El nuevo Papa parece defender la idea de que la Iglesia es para todos, no solo para los “perfectos”; que la Iglesia debe aceptar a la gente tal como es, no como deberían ser; que debe ser de este tiempo, no solamente la representante de una minoría profética en sociedades hostiles. Francisco puede hacer que vuelvan a la Iglesia los que se alejaron bajo Benedicto XVI. También se espera que tome decisiones fuertes en relación con la administración del Vaticano, lo que Juan Pablo II no hizo.

A la vez, el Papa Francisco ya les dijo a los cardenales que la Iglesia debe encontrar nuevos métodos de evangelización. Indirectamente, algunos podrán ver en esto una crítica a Benedicto XVI. Pero, en el fondo, no hay que exagerar la ruptura con el cardenal Ratzinger, quien como Papa dijo lo que dice Francisco pero de una manera no tan clara, y marcado por una visión más sombría del mundo. Él no aparecía como un “testigo”, mientras que Francisco le da credibilidad al mensaje que encarna. Pero como ya lo dijo Pablo VI: “en la actualidad, el hombre escucha más al testigo que al maestro”.

A la vez, no hay que esperar cambios en las reglas y la doctrina, pero el tono más pastoral permitirá alentar a los sacerdotes a recibir a las personas como son. Cuando era todavía arzobispo de Buenos Aires, el futuro Papa hacía bautizar a todo el mundo, incluso a los niños de madres solteras o de parejas no casadas.

-¿Cuáles son sus debilidades?
Pareciera que el papa Francisco no tiene realmente un entorno propio y que llega al Vaticano sin personas de confianza. Aparentemente es un hombre sin redes. ¡Incluso llegó a Roma sin secretario! ¿Se va apoyar en los jesuitas, su orden original? Es algo que no deja de resultar interesante.

Algunos también van a lamentar que desacralice la función papal. Pero, al respecto, él se está valiendo de la vía abierta por Benedicto XVI cuando decide renunciar a su función.

Y si logra redimensionar el rol del Papa como “obispo de Roma”, esto puede tener consecuencias positivas en las relaciones ecuménicas, marcadas por las divergencias de la primacía del Papa de Roma. Por otro lado, no se puede olvidar la dimensión universalista del Papa en la Iglesia católica, por lo que resulta por ejemplo un poco incómodo que no haya saludado a los fieles en diversas lenguas durante su primer Ángelus, como obliga la tradición.

Por último, dudo que pueda seguir improvisando tanto en sus intervenciones. Aun cuando parece ser alguien que goza de una gran libertad interior, va a tener que encuadrarse o ser encuadrado.

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