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Las expresiones de Pedro Joaquín Coldwell de que el regreso del PRI al poder no sería regresión, calaron hondo en el PRD.

Su dirigente nacional y sus coordinadores parlamentarios las abordaron de inmediato. Jesús Zambrano instó al presidente electo y a su partido a demostrar que el regreso a Los Pinos no es un retroceso, el senador Miguel Barbosa deseó que los dichos del dirigente del PRI fueran ciertos y el diputado Silvano Aureoles declaró que su fracción parlamentaria estaría abierta al debate de las propuestas que presentó el gobierno que entrará en funciones el primero de diciembre.

Las expresiones valen porque se alejan de la amenaza que deslizaron cuando se discutió la reforma laboral, al anticipar que, de aprobarse, obstruirían el ceremonial de la toma de posesión del Presidente de la República.

¿Qué tan lejos está dispuesto a llegar el PRD en un acuerdo con el nuevo gobierno? Ese es el tema de fondo y lo que ocurrió con las negociaciones de la reforma laboral ilustran que está por repetirse la historia de 1988, cuando el PAN capitalizó la fuerza electoral que la izquierda, con Cuauhtémoc Cárdenas, alcanzó en la contienda presidencial. En 1991 y 1994, el fracaso electoral fue abrumador.

El PRD tiene la necesidad de hacer valer el capital político que le otorgaron los comicios pasados. Gobernar la Ciudad de México, Guerrero, Oaxaca, Morelos y Tabasco plantea la necesidad de entendimiento con el gobierno federal. No ha habido reconciliación entre el PRD y el PRI, y quizás nunca la habrá, pero queda claro que la polarización y la intransigencia de la izquierda es capitalizada con creces por la derecha. Negociar no es ceder, aunque allí el simple diálogo con el adversario ha sido objeto de la peor sospecha.

La renuncia de López Obrador al PRD abre la puerta a la transformación de este partido. La dirigencia nacional y los coordinadores parlamentarios han mostrado habilidad y pragmatismo, ahora el reto es dotar institucionalidad en su vida interior y capacidad de gestión y negociación hacia el exterior. Que el PRD se ocupe de las palabras del dirigente PRI, pueden ser el inicio de una nueva relación. 

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