Los servicios ambientales en México

La biodiversidad, con toda su gama de ecosistemas y especies, ha ocupado este planeta mucho antes de que la humanidad.

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Desde la aparición del ser humano, éste se ha visto relacionado en todas sus formas y modos a la naturaleza, ya que la biodiversidad ha existido desde mucho tiempo antes que la humanidad. En la parte terrestre de nuestro país podemos encontrar casi todos los tipos de vegetación reconocidos en el mundo, que van desde las selvas húmedas y subhúmedas (como tenemos en la península de Yucatán), los bosques templados y mesófilos de montaña (como se pueden ubicar en Chiapas) entre otros muchos ecosistemas con que contamos en México.

La biodiversidad, con toda su gama de ecosistemas y especies, ha ocupado este planeta mucho antes de que la humanidad hiciera su aparición y ha jugado un papel importante en el desarrollo y fisonomía de la vida tal y como hoy la conocemos. Independientemente de que si vives en ciudades o en zonas rurales, los beneficios que obtenemos de los ecosistemas son muchos. De manera formal estos beneficios se llaman Servicios Ambientales, también definidos por los científicos como “Los procesos ecológicos de los ecosistemas naturales que suministran a la humanidad una gran e importante gama de servicios gratuitos” de los cuales dependemos. Los especialistas hacen una clasificación de los servicios ambientales catalogándolos en cuatro tipos: de soporte, provisión, regulación y culturales. De todos ellos los más importantes resultan ser los servicios de soporte, ya que éstos constituyen la base para el funcionamiento de los ecosistemas y con ello, para la existencia de los demás tipos de servicios.
Aunque la biodiversidad y sus servicios ambientales son, en esencia, gratuitos y para todos los seres humanos, tradicionalmente han sido considerados como inagotables y no se han valorado en su justa dimensión. Tal vez por ello, a lo largo de la historia los hemos sobreexplotado al querer satisfacer nuestras necesidades y no hemos puesto atención en los daños que esto ocasiona, que en muchos casos, se ven reflejados en el deterioro y más aún en la pérdida de los servicios ambientales.

¿Alguna vez amigo lector se ha puesto a pensar cuánto está dispuesto a pagar por el aire que respiramos o por la lluvia que riega nuestros campos? Contestar esto no es tarea fácil, ya que siempre hemos pensado que estos servicios son regalos de la naturaleza. Desde un punto de vista económico una posibilidad es estimar cuánto me costaría (de ser posible) sustituir los servicios ambientales por sistemas artificiales que brindaran el mismo servicio. Por ejemplo, la filtración y purificación del agua que realizan los ecosistemas podría sustituirse por plantas de tratamiento y potabilizadoras que para construirlas necesitamos de mucho dinero. Como se dará cuenta, asignar un valor económico a los servicios ambientales de los ecosistemas no es nada fácil, ya que son muchas las variables a considerar y no son siempre fácilmente medibles.

Sin duda, los ecosistemas son muy valiosos y el costo asociado a perderlos es muy alto. Por eso en economía ambiental se dice que es más rentable conservar los ecosistemas que pagar grandes sumas de dinero por su falta, pero parece que esto no lo hemos entendido.

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