Máscaras

Al negar nuestras fallas y egoísmos quedamos atrapados en el intento de parecer mejores de lo que somos y culpamos a algo o a alguien más de las dificultades que vivir implica.

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“Si dejas de fingir ser más de lo que eres,  te  atreverás a ser TODO lo que eres”.- Anónimo

Ser humano es tener defectos y cualidades, no somos perfectos. Todos cometemos errores, hasta llegamos a herir a las personas más queridas y a veces nos comportamos muy mal.

Tendemos a defender la imagen idealizada de nosotros mismos. Sólo al dejar el perfeccionismo somos capaces de alcanzar un nivel más profundo de autoaceptación.

Al negar nuestras fallas y egoísmos quedamos atrapados en el intento de parecer mejores de lo que somos y culpamos a algo o a alguien más de las dificultades que vivir implica. Ante algo desagradable, interiormente respondemos como el niño: “Yo no fui, mamá”. Nuestro niño interior teme reconocer las características negativas ya que imaginamos que provocará el rechazo de los que creemos son responsables de nuestro bienestar.

Por el miedo que tenemos  de nuestro ser imperfecto, creamos máscaras para ser el “SER” que pensamos que deberíamos ser en vez de admitir al ser humano imperfecto que somos. Nuestras máscaras son un intento por negar nuestros defectos  y/o nuestro  dolor. Las usamos para dar la imagen de alguien más amoroso, más poderoso, más competente o más dependiente, más compasivo o más cínico en vez de reconocer los sentimientos y las motivaciones que experimentamos realmente en  “ese” momento.

Esto es un desperdicio de energía que aprovecharíamos  con el simple acto de abrirnos a la verdad de nosotros mismos tal y como somos, en cada momento. Al profundizar el compromiso de ser honestos con nosotros mismos, desarrollamos una autoestima auténtica en lugar de querer alcanzar las irreales exigencias de una máscara perfeccionista. Tendremos el valor de la verdad y surgirán las fortalezas para afrontar nuestra imperfecta naturaleza humana y entonces mejorar con el enorme potencial humano que sí poseemos.

Al dejar de cargar el pesado baúl de nuestras máscaras estaremos libres y ligeros para mejorar nuestro paso por este mundo. 

¡ANIMO! Hay que aprender a vivir.

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