Cultura del crimen ha calado en todos los sectores de México

Menores extorsionan a menores en planteles del país; pequeñas células que pelean con más brutalidad que antes pequeñas porciones de territorio.

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De acuerdo con especialistas la 'cultura del crimen' que ha calado en todos los sectores, especialmente los más vulnerables como los niños. (Notimex/archivo)
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Agencias
CIUDAD DE MEXICO.- Niños que extorsionan a otros niños es el último capítulo de la tragedia de violencia que vive México desde hace más de nueve años, cuando el entonces presidente Felipe Calderón decretó la 'guerra contra las drogas'.

A partir de ahí, parte del país se ha teñido de rojo y no ha conocido tregua en la lucha permanente contra organizaciones que se ajustan más al esquema tradicional, informa la agencia Ansa Latina.

Es decir, han pasado de ser bandas gigantescas con ramificaciones en todos los rincones del país, para convertirse en pequeñas células que pelean con más brutalidad que antes pequeñas porciones de territorio.

Pero más allá de la confrontación propiamente dicha entre las fuerzas del orden y la delincuencia, lo más preocupante para los expertos es la 'cultura del crimen' que ha calado en todos los sectores, especialmente los más vulnerables como los niños.

Los infantes, en efecto, ven a los mafiosos como antiguamente veían a los 'héroes' de las historietas o la televisión. El efecto imitación está cundiendo en las escuelas de México, en las cuales se refleja como en ningún otro lado ese ideal de los niños de querer ser narcotraficantes y ya no arquitectos, ingenieros, médicos o bomberos, como antaño.

En Guerrero

En el estado sureño de Guerrero, por ejemplo, Ramón Navarrete, presidente de la Comisión de Defensa de los Derechos Humanos, reportó el caso de niños de escuelas elementales que suelen intimidar a sus compañeros para que 'les entreguen un pago o los fuerzan a hacer cosas que no quieren'.

Los pequeños no solo hostigan o hacen 'bullying' a otros, como se suele llamar ahora, sino que les arrebatan su almuerzo y les quitan todo su dinero.

Los mismos niños le llaman a estas acciones 'cobro de piso', como se le denomina en la jerga del crimen en México a la cuota extorsiva, equivalente al 'pizzo' italiano.

Navarrete señaló que 'hay maestros que tienen miedo de los alumnos ya que los niños aseguran que son familiares de alguien que está involucrado con la delincuencia', lo que hace que no denuncien a la policía estas situaciones.

Sin establecer cifras, el ombudsman señala que este fenómeno se ha detectado sobre todo en el puerto sureño de Acapulco, clasificado hace poco por una organización civil como la ciudad más peligrosa de México.

'En Acapulco se nos concentra mucho el tema por la cantidad de escuelas que hay y el número de población. Como nadie lo denuncia, es un secreto a voces que lo escuchamos en diversos medios', afirma.

En Morelia

Un caso similar se ha dio también en una escuela secundaria en la periferia de Morelia, capital de Michoacán azotado por la violencia, donde algunos niños extorsionaban a otros, justo como lo hacen los grupos criminales.

'El fenómeno es tan extremo que los niños amenazan a los directivos de las escuelas advirtiéndoles de que sus familiares son criminales y tomarán venganza si intervienen en las extorsiones', señaló una denuncia anónima recogida por la agencia Quadratín.

Los niños criminales cobran cuotas a sus compañeros, en efectivo, a cambio de 'respetarlos' y venden 'protección' a otros contra grupos delictivos organizados en la misma escuela, indicó.

El problema parece tener su origen en el ambiente salvaje y brutal en que se desarrollan muchos niños de zonas violentas. En agosto del 2013, un grupo de especialistas de la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) realizó un proyecto piloto de investigación en el barrio Progreso, uno de los más marginados de Acapulco.

El diagnóstico fue impactante, pues los investigadores constataron el 'ambiente de paranoia' que se vivía en las escuelas, y las experiencias extremas que habían vividos de niños de 11 a 15 años.

El padre de uno de los niños había sido quemado vivo en un camión y a otro lo habían descuartizado frente a su hija y una maestra fue secuestrada pero se salvó cuando su verdugo la reconoció como la docente de su hija.

Todo esto ha contribuido a deformar el 'aparato psíquico' de los estudiantes, señaló el informe. (ANSA).

   

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