¿En verdad somos Caribe?

La reflexión que debe subir al terreno del poder, es decir de la política es: somos del Caribe sólo por la ubicación geográfica o porque estamos inmersos en un contexto socioeconómico que no hemos observado, pero que bien que existe.

|
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram

 

Ha concluido el Festival de Cultura del Caribe con un sinnúmero de acontecimientos desde todos los ámbitos y aristas en que puede enmarcarse este evento. Me quedo con uno: si ése se conserva, creo que podremos trascender más allá de sólo la cultura.
 
La reflexión que debe subir al terreno del poder, es decir de la política es: somos del Caribe sólo por la ubicación geográfica o porque estamos inmersos en un contexto socioeconómico que no hemos observado, pero que bien que existe. 
 
He entendido, luego del argumento académico, que el Caribe no es en ningún momento ni una comunidad, como planteó en los 80 el Caricom (Comunidad Económica del Caribe), ni siquiera hay un interés de nadie de ser… de pertenecer. 
 
En el Caribe cada quién hace su bisne, cada quién su pobreza y cada quién sus intereses. ¿Qué sabe alguien si en Barbados murieron por “Sandy” o en Haití? Ah, pero sí sabemos lo que pasó en Nueva York por el fenómeno. ¿A quién le importa lo que pase en esos países pobres donde abundan los negros?.
 
Me recuerda a la Habana de los 40s y 50: sólo unos burdeles donde la gente va a divertirse y a fornicar. En pleno siglo XXI es lo mismo. Gracias a esta, tal vez no la más buena edición del festival, me he dado cuenta que estamos más cerca del caribe geográficamente, pero más lejos en cuestión de intereses de cultura y por ello, esta región es altamente vulnerable. Cancún, ejemplo de éxito turístico, es hoy por hoy el mejor modelo de cómo las potencias siguen presentes en esta región y embarcados en el sofisma los vemos como triunfo, cuando ninguna regalía queda en suelo oriundo.
 
Ahora extrapolemos el asunto a Haití, Barbados, Isla Guadalupe, o a cualquiera de las pequeñas naciones o protectorados del Caribe.
 
La cosa es superlativa. La gente sigue siendo sirviente, sigue siendo paje, es moderna esclava del poder de las grandes potencias. ¿Qué ha cambiado desde hace cinco siglos…? ¿De qué sirvió la lucha de Francois Dominique Toussaint- Louverture, de Jean Jaques Dessalines y de la revolución haitiana de 1791?, la primera en el mundo y que procreó la primera democracia de América Latina?.
 
Los gobiernos, sobre todo del de México, por ser un país menos subdesarrollado, perteneciente al Caribe y, sobre todo, Quintana Roo, debemos reflexionar el papel que debemos jugar en los próximos años en esta estratégica región que nos compete. Dejemos de ver al centro de México y al norte, volvamos a ver al Caribe, es nuestro contexto y al que pertenecemos, sin dejar de ser de la nación mexicana.
 
Es nuestro nicho natural y el Festival –el único en esta zona de este tipo– nos ha dado esa oportunidad, valorémoslo.
 
Ojalá perdonemos nuestra poca fe y…actuemos en consecuencia.
 
 

Lo más leído

skeleton





skeleton