Odisea escrita en la arena

Sus lágrimas se fueron mezclando en la inmensidad de la oscuridad, mientras caía, sin remedio.

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Las olas arremetían fuerte contra la balsa, llevando su imagen al fondo del mar, donde la soñó, acompañado del canto glorioso de las sirenas; la soñó y la enterró en su corazón como su cuerpo la tormenta, bajo las olas, entre la arena, por siempre y para siempre.

Alzó la mirada al cielo una vez más, aferrándose al último destello de luz y con fuerza cerró los ojos, implorando por compasión, por aquel hermoso rostro que tendría que esperar para siempre al otro lado del mar, aquella mujer de los ojos impacientes, que ansiaba regresar a su lado y jurarle amor eterno.

Sus lágrimas se fueron mezclando en la inmensidad de la oscuridad, mientras caía, sin remedio. Era un mar de soledad, le dolía respirar. Cada suspiro le quemaba, cada respiro le mataba, arrastrado al olvido de náufragos.

La odisea fue escrita en la arena, con un voto de silencio, volviendo aquella esperanza la valentía en su corazón, volviendo aquella valentía la realidad brillando en sus ojos, aquel brillo del sol, aquel brillo fugaz, que fue arrancado por las olas, que fue devorado por el mar, por siempre y para siempre.

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