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He tenido la oportunidad en esta semana de ver una película de Julia Roberts y Lucas Hedges llamada en español “Regresa a mí” (Ben is back), cuya historia gira alrededor de una madre con dos hijos y en un segundo matrimonio que la víspera de Navidad ve llegar de improviso a su hijo Ben, quien se encontraba recluido en una clínica de desintoxicación por consumo de drogas. Ben le hace creer a su madre, al esposo de ésta y sus hermanos que ha recibido un permiso especial para pasar la fiesta con su familia, pero lo que parecía una agradable convivencia familiar pronto va a desembocar en una angustiante noche, con difíciles decisiones de vida y muerte.

Sin duda los años han obrado maravillas en la capacidad actoral de Julia Roberts, mientras que Lucas Hedges realiza una muy convincente interpretación del infierno en el que vive Ben debido a las drogas; muy recomendable reflexión sobre las consecuencias de los estupefacientes en la vida de las familias y especialmente de los jóvenes.

La película parte de la visión de la madre acerca del problema de su hijo; la profundidad del desconcierto, el coraje, la desesperación y la angustia permean a través de cada una de las palabras y miradas de la madre, en ocasiones teniendo una fe en las acciones de su hijo que nadie más tiene y en otros momentos sumida en la desconfianza y la indefensión de no saber qué hacer.

Es un retrato desgarrador del sufrimiento de una madre que ve cómo la esperanza escapa de sus manos y su hijo pierde sus días, sus posibilidades de vida y su alegría en la siniestra existencia de los consumidores.

Ben por su parte refleja todo el drama de aquel que, deseando con sinceridad poder llevar su vida por mejores caminos, no tiene la fortaleza, ni la voluntad de hacerlo, atrapado en un juego maligno, en el que racionalmente entiende la peligrosidad y el daño que sus acciones pueden traer a su vida, pero incapacitado para darle la espalda a su adicción.

La película va de uno a otro personaje entrelazándolos a través del dolor, de la angustia y la rabia, pero también del amor, de la esperanza y el sacrificio; es en esta vorágine de situaciones positivas y negativas que se encuentra plenamente reflejado el esfuerzo de millones de madres que en este mundo buscan con desesperación cómo ayudar a sus hijos a encontrar un destino a sus vidas, ese saber quién se es, para qué estoy vivo y cuál es el sentido de mi existencia.

En medio de la negrura del sinsentido, madre e hijo van buscando a tientas el camino para llegar a la luz y encontrar la posibilidad de una vida plena, circunstancia desgarradoramente cierta en una sociedad como la nuestra.

Fiel reflejo de la enorme, gigantesca capacidad de redención para el género humano que hay en el amor de una madre.

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