Pareja emprende largo camino para ser padres adoptivos

Pese al tiempo de espera, cuando no se puede ser madre o padre, vale la pena realizar los trámites ante las autoridades para que les entreguen a quienes serán sus hijos, afirman

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Juan Francisco Huchin Tun y María Asunción Cauich González, felices de tener una familia con hijos. (Novedades Yucatán)
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Novedades Yucatán/Mérida
“No nacieron de mí, pero nacieron de mi corazón. Somos padres de dos niños maravillosos por los que esperamos más de ocho años, pero todo el tiempo de espera valió la pena cuando los escuchamos decir papá y mamá”, manifestó María Asunción Cauich González, quien está casada con Juan Francisco Huchin Tun. Esta pareja se encuentra a punto de culminar dos trámites de adopción en la Procuraduría de la Defensa del Menor y la Familia (Prodemefa).

Precisaron que fueron años de espera, de lucha, de estar a punto de caer, pero los dos se sostenían y seguían adelante buscando ser padres de una niña menor de cinco años.

La espera fue larga, hasta que con la asesoría y la información supieron que en los albergues con los que cuenta el Estado hay muchos niños mayores de 10 años que anhelan recibir y dar mucho amor.

“Cuando no puedes ser madre o padre por alguna situación y tomas la decisión en pareja de darle una oportunidad a un niño de tener un hogar, de darle amor, cuidados y una familia, es la mejor decisión que se puede tomar, porque así como nosotros queremos ser padres, ellos quieren tener unos papás”, indicó María Asunción.

“Las personas que van a adoptar deben analizar y poner en una balanza la edad que tienen”

Manifestó que muchas veces pensó que no los tomaban en serio, que nunca podría ser madre; además, las personas que la conocían la desanimaban, porque ya eran muchos años de espera y le decían que solo los engañaban, que solo era un juego.

Pasaron muchos obstáculos, fueron tantos años de espera, de desesperación, de frustración, pero nunca desistieron de luchar por su hijo.

Son originarios de Tekit y en una de las vueltas a Mérida para seguir con los trámites para adoptar les robaron todo en su casa, pero ni así bajaron sus ánimos.

Esta pareja esperaba con ansias a su hija, el cuarto estaba decorado con cosas de niña, muñecas, osos de peluche, pintado de color rosa, pero cuando estaban a punto de llegar los 9 años de espera, un martes -recordaron- recibieron un llamada de la trabajadora social de la Prodemefa, que les informó que iban a conocer a su hijo en dos días, y empezaron a cambiar todo en el cuarto, porque como en un parto en el que no quieres saber el sexo del bebé, “te llega de sorpresa”.

“Grité, lloré de alegría y le dije a mi madre: ya voy a ser mamá, ya voy a poder despertar y escuchar cada mañana cuando mi hijo me diga: buenos días, mamá. Fui corriendo a decirle a mi esposo: nos van a presentar a nuestro hijo; nos pusimos a llorar y fue el día más hermoso para nosotros. Fueron dos días de espera que parecieron eternos y los más largos, más que los ocho años de espera para la adopción; teníamos una desesperación por conocerlo. ¿Cómo es? ¿A quién se parece? ¿Cómo es? ¿Es alto? ¿Es moreno? Cuando conocí a mi hijo, desde el primer momento que lo vi, sentí que era mío porque mi corazón de madre, así me lo hizo sentir, porque madre no es la que engendra, sino la que cuida, procura, da cariño y amor”, dijo.

Destacó que ahora que tiene a sus dos hijos, el niño llegó hace cinco años, a la edad de 10 años, tenía una hermana a la que también adoptaron, y está con ellos hace más de dos años; llegó cuando tenía 14 años. Su vida ha cambiado drásticamente con dos adolescentes ahora en sus vidas, con la casa llena de vida, alegría, y aunque no son personas con mucho dinero, trabajan a diario para darles lo mejor a sus hijos, un hogar, una alimentación, vestido, educación, valores y buenos ejemplos.

Por ello, invitó a las personas a no desanimarse, que sigan esperando que en algún momento llegue el hijo que tanto esperan, y que cuando los escuchen decir mamá o papá y les muestren una sonrisa sincera sabrán que toda espera habrá valido la pena.

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