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Después de una mujer bella, lo más bello es una flor amarilla”, dijo Gabriel García Márquez. El color amarillo fue para el escritor un conjuro para los males. Como amuleto y fetiche permeó su literatura y la realidad al meterse en el bolsillo una flor amarilla el día que recibió el Nobel. Pero no sólo el escritor sucumbió a la energía del amarillo considerado un color primario, cálido y hasta orgánico, los pintores también lo eligieron para darle vivacidad a sus obras, pues un buen pintor convertirá en Sol una mancha amarilla en el lienzo y no viceversa, sentenció Pablo Picasso cuando desplegó su erotismo pintando de amarillo el cabello de su amante.

El cabello comparado con el oro que Jorge Luis Borges ansiaba tener en sus manos en su poema “El oro de los tigres”; el único color que seguía percibiendo en su ceguera. El color amarillo es legendario, los egipcios lo encontraron en los óxidos de la tierra en tonalidades ocres. Inspirados en la luminosidad de su Dios Sol, imitaron el color divino a través de la alquimia al mezclar los óxidos con un mineral para obtener el pigmento que usarían las egipcias en su piel pálida para darse color.

No fue distinto para los griegos que simbolizaron con el amarillo a su Dios de la luz Apolo. Con el cristianismo se satanizó el amarillo cuando se utilizó en la capa de Judas, el estigma del color ha transitado por la historia como el de la traición. Actualmente, la psicología del color ha llegado al rescate al vincularlo al buen ánimo, alegría y festejo, pues asegura que inyecta positivismo.

Los diseñadores de moda consideran el color difícil de combinar con las tonalidades de la piel, pues puede palidecerla u oscurecerla de ahí el dicho popular que reza: “El que de amarillo viste, en su hermosura confía”, sin embargo, la tecnología ha matizado el amarillo en una paleta que va desde los pasteles hasta los brillantes. Nadie puede olvidar a Bella con su pomposo vestido amarillo bailando con la Bestia, el atuendo inolvidable de las princesas Disney, pero qué decir de la protagonista de “La peor noche de mi vida”, cuyo seductor vestido amarillo intenso en una noche de fiesta, augurio de una exitosa entrevista de trabajo al día siguiente, la convirtió en víctima de su éxito.

El amarillo también fue esperanza para los rehenes estadounidenses en la canción “Ata un listón amarillo al viejo roble”. Lo curioso del color amarillo es que no fue un pintor quien desentrañó sus misterios cromáticos, sino un escritor. En 1810 Johan W. Von Goethe en: “La teoría de los colores”, los estudió desde la percepción humana. En cuanto al amarillo concluyó: “En su más alta pureza siempre carga con él la naturaleza del brillo y tiene un carácter sereno, alegre y suavemente excitante”.  Por si hubiera duda del poder del amarillo en las emociones, se declaró el 20 de junio como el día más feliz del año, el Yellow Day.

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