No basta con visitar a enfermos, hay que ayudarlos: Arzobispo

Con homilía Monseñor Gustavo Rodríguez Vega concluye el I Encuentro Diocesano de Pastoral de la Salud.

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El Arzobispo de Yucatán, Gustavo Rodríguez Vega, durante la homilía del I Encuentro Diocesano de Pastoral de la Salud. (Fotos cortesía)
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William Sierra/Milenio Novedades
MÉRIDA, Yuc.- Todos somos responsables de la salud de los enfermos y por consiguiente debemos involucrarnos en esta tarea, la cual hay que valorar, pues nos ayudará acrecentar nuestra fe, un don que nuestro Señor Jesucristo nos da, expresó el Arzobispo Gustavo Rodríguez Vega en su homilía de la misa que ofició y con la que concluyó el I Encuentro Diocesano de Pastoral de la Salud: “Junto al Hermano que Sufre”, en el Centro Comunitario de la Parroquia de Itzimná.

“Debemos responder a ese llamado de estar junto a los enfermos y recibir a través de este pastoral, las bendiciones que trae consigo ayudar al necesitado. Jesucristo fue claro ejemplo de ello, incluso dedicó parte de su vida a curar al enfermo. Hay que tenerlos siempre presentes en nuestras oraciones y no hacerlos a un lado”, indicó.

Ante decenas de personas, que participaron en este encuentro, que comenzó a las ocho de la mañana y concluyó a las cinco de la tarde, Monseñor subrayó que el estar al pendiente de un hermano en la enfermedad nos ayuda aumentar la fe, algo que no todos pueden decir que en verdad la tienen.

El que tiene fe posee una paz infinita, pues ofrece libertad interior

“El que tiene fe puede desarraigarse de sí mismo para ponerse en las manos de Dios, ponernos a disposición de Jesucristo para que nos de fuerza en los momentos de flaqueza”, expresó.

En ese sentido, subrayó que la fe no tiene nada que ver con si eres una eminencia en la ciencia, un experto en determinados temas, pues mucha gente que se dice muy inteligente se la pasa toda la vida por el mundo sin encontrar la fe, pues “es algo que no se adquiere, sino un don que Dios nos da y que debemos acrecentar cultivándolo día a día, por ejemplo, ofreciendo nuestra ayuda al hermano enfermo”.

“La fe es motivo de alegría, de satisfacción de haber cumplido un deber y que nos llevará a obtener una recompensa eternamente junto a Jesucristo. Esa fe es la que nos mueve dentro y fuera de la iglesia, es el motor de la vida diaria, pues nos ayuda a encontrarle sentido a la razón de ser. El que tiene fe posee una paz infinita, pues ofrece libertad interior”, añadió.

Varios participantes en este el I Encuentro Diocesano de Pastoral de la Salud: “Junto al Hermano que Sufre”, expresaron que se van reconfortados y con ganas de transmitir y poner en práctica lo aprendido.

“No hay que dejarlos solos, no basta únicamente con visitarlos, sino también hay que hacerles saber que somos solidarios con su dolor, que ahora que estamos sanos somos los encargados de darles apoyo”, dijo  Víctor Cobá.

Por su lado, Claudia Dzul mencionó que tocaron temas muy interesantes a cargo de gente sumamente preparada y que con ejemplos sencillos, de la cotidiana, les hicieron abrir los ojos, de que cosas tan insignificantes para nosotros, para un enfermo es todo lo contrario.

“Ahora hay que poner en práctica lo aprendido”, enfatizó.

Las indulgencias

Para obtener la indulgencia es necesario estar confesado, comulgar y orar  por las intenciones del Papa

Los fieles podrán realizar una breve peregrinación hacia la Puerta Santa, abierta en cada catedral o en las iglesias establecidas por el obispo diocesano

También se puede ganar la indulgencia en los santuarios, donde se abra la puerta de la Misericordia y en las iglesias que tradicionalmente se identifican como Jubilares.

Es necesario orar por Santo Padre y por las intenciones para el bien de la iglesia y de todo el mundo.

Cada vez que un fiel realice personalmente una o más las obras de misericordia corporales y espirituales obtendrá la indulgencia jubilar.

De los enfermos y las personas ancianas que no pueden salir de casa, recibiendo la comunión o participando en la Santa Misa a través de los diversos medios de comunicación.

En las capillas de las cárceles los presos podrán ganar la indulgencia, cada vez que atraviesen la puerta de su celda, dirigiendo su pensamiento y la oración al Padre

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