La política ambiental en México II

Columna de Ramón Pérez: La política ambiental en México II

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México es un país con una importante riqueza en recursos naturales y ecosistemas diversos, pero también ha sido una de las naciones precursoras en América Latina y el Caribe en materia de políticas públicas orientadas a la protección ambiental, situación que se viene analizando desde hace ya varios años, buscando lineamientos adecuados que nos permitan producir conservando y conservar produciendo.

El amplio deterioro ambiental en el país tiene que ver con el aumento de la demanda de recursos naturales, provocado principalmente por el fuerte crecimiento poblacional, el aumento en la demanda de bienes y servicios derivado de un modelo económico basado en el consumo excesivo y la concentración de la población en zonas urbanas.

Todo esto genera una acumulación excesiva de residuos sólidos, contaminación de cuerpos de agua, contaminación del aire y pérdida de biodiversidad, entre otros efectos. Aunque décadas atrás México se posicionó como un país innovador en cuestión de políticas medioambientales, hoy tiene un largo camino de frente por recorrer con muchos retos por enfrentar.

Una política ambiental adecuada, sobre todo en momentos de crisis, requiere comprender los mecanismos de regulación existentes.

Por un lado, la regulación directa a partir de leyes que limiten o prohíban ciertos tipos de producción y, por otro, los instrumentos económicos como los permisos de emisión de carbono, los impuestos ambientales y los subsidios. De estos, los impuestos verdes han sido los menos aceptados, sobre todo cuando sus objetivos son indiferentes a las desigualdades sociales —indiferencia que puede erosionar la confianza de la ciudadanía en sus gobiernos—.

De forma similar, no es sorprendente que el negacionismo climático surja con mayor facilidad en tiempos de crisis. La evidencia empírica muestra que, ante una caída en la preocupación individual por el ambiente, ciertos políticos no ven la necesidad de priorizar la protección ambiental, llegando incluso a preferir discursos que minimizan o ignoran las afectaciones climáticas.

En el caso de nuestro país, es importante entender cómo se ha expresado la conciencia ambiental en periodos de “estabilidad económica” y en periodos de crisis económica. Estudios realizados por asociaciones civiles que promueven la defensa y cuidado de los recursos naturales demuestran que entre 2000 y 2010 la disposición de los individuos para proteger al medio ambiente disminuyó marcadamente.

Cuando se les preguntó a los encuestados en el año 2000 sobre su voluntad de pagar impuestos para proteger el ambiente, el 23% respondió que no estaba dispuesto a hacerlo; cuando se les hizo la misma pregunta en 2010, el rechazo ascendió hasta el 40%. por eso es muy importantes que tengamos reglas claras para afrontar una realidad que, a todas luces, no pinta nada bien.

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