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Históricamente El rosal enfermo es el primer bambuco yucateco. Fue compuesto por Ricardo Palmerín, en 1920, con letra del poeta canario Lázaro Sánchez Pinto (1883-1913), quien nunca pudo imaginar que un poema inédito suyo se convertiría, después de su muerte, en la letra del primer bambuco yucateco. Antes de 1920, Palmerín solo había musicalizado dos temas: Hay una virgen, con letra de Lord Byron, y el bolero En mi abandono, con versos de Ricardo Mimenza Castillo, que tuvieron poca trascendencia. De modo que con El rosal enfermo, Palmerín inaugura la época de oro de la canción yucateca  y una producción de más de 40 excelentes bambucos, con letras de Luis Rosado Vega (El CrucifijoEl Nazareno, Vestida de blanco), José Esquivel Pren (Que entierren mi cuerpo y Las dos rosas) y otros valiosos poetas.  

Musicalmente no hay diferencia entre el bambuco colombiano y el yucateco. La diferencia está en su temática y en su estructura poética. Los bambucos colombianos generalmente son costumbristas y octosilábicos. Los yucatecos son exclusivamente amatorios y de arte mayor.  

La historia del bambuco yucateco comienza en agosto de 1919, cuando llegan a Mérida, procedentes de Nueva York, los trovadores colombianos Alejandro Wills y Alberto Escobar. El día 20, ofrecen un recital a la prensa en la planta alta del Ateneo Peninsular, donde alternan con los duetos de Pedro Baqueiro y Porfirio Bas [sic], Augusto Ponce y Enrique Galaz, Manuel Manzanilla y Pepe Flores y Mateo Ponce y Pepe Cirerol. Al día siguiente, el dueto de Wills y Escobar debuta con éxito en el Teatro Olimpia. Allí dan a conocer varios bambucos de Wills y de otros paisanos suyos. Los llaman Los Reyes del Bambuco. El día 30, debutan en el Teatro Apolo y luego continúan sus exitosas presentaciones en otros recintos. La despedida de los colombianos es el 21 de octubre, en el salón de conciertos del ex Congreso del Estado, donde actúan en su honor un sexteto de violonchelos y un orfeón de voces oscuras dirigido por Ricardo Palmerín.  

Ocho meses después, el 3 de julio de 1920, en el número 21 de la revista quincenal La Raza, que dirigía el periodista español Vidal González, se reproduce un artículo de Eduardo Andicoberry, escrito en Madrid en 1917,  en el que habla de la muerte del olvidado poeta canario Lázaro Sánchez Pinto. La nota incluye varios fragmentos de sus poemas y el texto íntegro de “El rosal enfermo”. La revista La raza tenía su centro de distribución en el Gran Hotel, frente al parque Hidalgo; Palmerín usaba una de las bancas de ese jardín como sitio de reunión para contratar sus serenatas. Allí conoce el poema, le hace algunas adecuaciones y lo musicaliza. Así nace el primer bambuco yucateco El rosal enfermo, cuyo centenario celebramos este año (Continuará). 

 *) Investigador emérito de la ESAY. 

 

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