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Después de que la bancada de Morena y sus aliados aprobaran en las cámaras alta y baja del Congreso de la Unión la nueva reforma educativa de López Obrador, que concretamente elimina toda clase de evaluación para ingresar, promover o permanecer en el servicio educativo, los maestros han quedado tan confundidos que no encuentran pies ni cabeza para arrancar el próximo curso escolar con nuevos planes y programas de estudio que se supone serán elaborados al vapor al igual que las leyes secundarias de esta nueva reforma educativa.

Las caras de preocupación de los maestros más jóvenes delatan cierta ansiedad ante esta situación; sin embargo, los maestros que llevan 20 o más años de servicio saben por experiencia que tendrán que adaptarse al cambio echando mano de los recursos y conocimientos adquiridos a través de los años.

Ante este escenario, retomo las competencias para enseñar, de Phillipe Perrenoud, que sin temor a equivocarme nos ayudan a mejorar nuestra práctica docente ante las necesidades actuales de nuestra profesión.

Entendiendo el concepto de competencia como la capacidad de movilizar varios recursos cognitivos para hacer frente a un tipo de situaciones, debemos entonces organizar y animar situaciones de aprendizaje en el aula, a través de una disciplina determinada, los contenidos que hay que enseñar y su traducción en objetivos de aprendizaje; trabajar a partir de los errores y de los obstáculos en el aprendizaje e implicar a los alumnos en actividades de investigación, en proyectos de conocimiento. Concebir y controlar las situaciones problemáticas y ajustarlas al nivel y a las posibilidades de los alumnos, así como observar y evaluar a los alumnos en situaciones de aprendizaje, según un enfoque formativo. Hacer frente a la heterogeneidad en el mismo grupo y desarrollar la cooperación entre alumnos y algunas formas simples de enseñanza mutua.

Elaborar un proyecto impulsando el trabajo de equipo, confrontar y analizar conjuntamente situaciones complejas, prácticas y solución a los problemas. Implicar a los alumnos en sus aprendizajes, motivar su deseo de aprender ofreciéndole diversas actividades de formación y estar preparados para enfrentarse a crisis o conflictos entre personas. Informar e implicar a los padres en el aprendizaje de sus hijos. Utilizar las nuevas tecnologías y los instrumentos multimedia en su enseñanza. Prevenir la violencia en la escuela y luchar contra los prejuicios y las discriminaciones sexuales, étnicas y sociales.

La docencia exige un alto sentido de vocación, y debe ser consistente con las demandas sociales actuales, además de pasar por un profundo proceso de reflexión y autoanálisis. No desechemos estas propuestas, ya que son un buen parámetro para evaluar el trabajo que actualmente realizamos y de lo que nos espera en esta cuarta transformación.

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