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Pese a que desde enero pasado se veía venir la pandemia del coronavirus en México, el gobierno no pudo evitar que el sistema educativo se paralice por completo. El cierre de escuelas como medida de prevención de contagio ha generado incertidumbre entre docentes y alumnos de escuelas privadas y oficiales. Las posturas han sido diversas: desde profesores con iniciativa que han generado estrategias para trabajar a distancia con sus alumnos, hasta otros que consideran insensible solicitar evidencias del trabajo, dadas las condiciones sociales y económicas de sus alumnos. A fin de evitar la pérdida del ciclo escolar, se presentó la estrategia nacional de educación a distancia, pero es necesario revisar con detenimiento las condiciones de acceso de los alumnos a las tecnologías de la información y la comunicación con sus maestros para la orientación académica; estas consideraciones son fundamentales para el éxito del programa.

Considerando datos oficiales, solo el 52 por ciento de los hogares mexicanos cuentan con una conexión fija a internet, lo que se traduce en riesgo de dejar a muchos niños y jóvenes fuera de la educación a distancia, es decir, se provoca la inequidad educativa. La otra alternativa, el acceso por telefonía celular mediante conexiones de datos o móvil, resulta muy cara para los gastos que las familias hacen ante la emergencia, debiendo considerar también que muchos padres se han quedado sin trabajo y tienen que destinar sus escasos recursos a necesidades más urgentes como la alimentación. Entonces es evidente que, en estas condiciones, el uso de internet como único medio educativo es un riesgo significativo de perpetuar las eternas desigualdades en nuestro país, donde las regiones con alto índice de pobreza se encuentran en desventaja con respecto a zonas de mayor prosperidad o, dicho de otra forma, se están creando las peores oportunidades educativas a quienes más las requieren. Este gobierno debiera destinar los millones que pretende invertir en la construcción del tren maya para comprar y dotar de computadoras y tabletas a aquellos estudiantes que carecen de ellas a fin de incorporarlos a la educación a distancia, esto evitaría incrementar el rezago educativo ante la inminente acreditación del grado escolar.

Si la autoridad educativa considera continuar con el trabajo escolar a distancia, entonces es importante generar una estrategia más real y pertinente, aunque sea una tarea más compleja debido al volumen de la matrícula de nuestro sistema educativo. Desafortunadamente las condiciones sociales y de acceso a la tecnología evitarán que la educación a distancia llegue al sector más olvidado de la población, para muchos alumnos la escuela física es el único medio para aprender. Ojalá que, por el bien de los pobres, la educación a distancia no se convierta en uno de los más lamentables errores de nuestro sistema educativo.

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