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De niño, acompañé a mi papá a un evento en que ofrecería un servicio de comida, en especial tacos al pastor, la que resulta ser su especialidad, pero el asunto es que en esta aventura y primer contacto con el mundo laboral me llevé una de las más grandes enseñanzas que me han podido regalar y es sin duda el amor al trabajo.

Con la inocencia que caracteriza a los niños, en esa ocasión recuerdo que no me alejé de mi papá ni por un momento, tenía mucha pena, miedo y temor de todo lo que me rodeaba, en especial de los desconocidos a quienes tuvimos el honor de atender.

Esta situación de incomodidad no pasó desa-percibida para mi padre, que me conocía a la perfección, y en cierto momento puso a prueba mi destreza y me pidió que llevara algunas salsas a las mesas.

Con voz baja y temerosa le respondí que me daba pena, que tenía miedo de que algunos de los compañeros de la escuela me vieran en esta nueva faceta.

Él me respondió con una de las frases que jamás se me van a olvidar: “Pena es meter la mano al bolsillo y sentir que no tienes un peso; el trabajo no es para tener pena, es para sentirte orgulloso porque es lo que te hace humilde y te hace un mejor ser humano”. Esta frase retumbó en mi mente desde ese instante, aunque en el momento no la comprendí a la perfección.

Esta enseñanza de vida se complementó al paso de los años con una plática que tuve con una amiga que fue de gran valor al momento de elegir una carrera, ya que me recomendó que eligiera algo que pudiera hacer con el mismo amor y pasión todos los días, que llenara todas mis expectativas y que pudiera hacerme ser yo mismo.

Esto hizo que todo tuviera mayor sentido, que entendiera que el trabajo es, sin duda alguna, algo que complementa al ser humano, que le permite desarrollar capacidades que no se creía capaz de tener, llena de experiencias que enriquecen la cultura y le regalan motivos para continuar todos los días. Todos los trabajos son dignos, siempre y cuando los hagas con el cariño y respeto que se merecen, al lugar o institución a la que representas y a quienes brindas el servicio o atención.

Ciertamente contar con un empleo, de cualquier tipo, además de representar un importante medio para mejorar la calidad de vida por el ingreso económico, nos permite ver más allá de esa idea.

Vamos a verlo como una necesidad que como cualquier otra debe ser atendida con gusto y una gran sonrisa, que sin duda es la mejor carta de presentación; más que una bonita tarjeta, la actitud puede hacer la diferencia, no solo para que los resultados no sean menores sino para elevar tu productividad y para que el día sea un poco mejor.

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