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No sé si a ustedes les ha pasado que en alguna ocasión tienen que hacer una pausa para analizar todo lo que está ocurriendo en su entorno: qué hiciste y qué estás haciendo por ti mismo, por ejemplo. Yo hice ese peculiar ejercicio hace un par de semanas y, lejos de calmar las aguas, quedé con más dudas que respuestas.

Para que tengan el contexto, eso fue debido a que hace unos días llegó una fecha que marcaba en mi calendario y que hace mucho parecía muy lejana, casi imposible de alcanzar, pero, conforme se aproximaba, la idea de que ese momento llegue causó muchas interrogantes: el miedo a lo desconocido y los planes de cómo enfrentar ciertas situaciones hicieron que mi mente vuele muy rápido analizando cada posible escenario y así hasta quedar más confundido de cuando empecé el análisis.

Según el comentario de muchos de mis conocidos, a todos, en algún momento de nuestras vidas, nos llega esa hora de duda, de detenerse para pensar y hacer una autocrítica muy profunda y seria de la que muchos no salen con buenas notas, pero que lo importante es hacerla. Y como le di muchas vueltas al asunto, llegué a la conclusión de que era importante tener otra perspectiva, una que no fuera mía y decidí escuchar opiniones neutrales y de familiares, amigos y conocidos, para que con sus palabras encontrara ese norte para retomar el rumbo.

De todas las voces, una retumbó y me produjo un tremendo sacudón, fue de alguien que considero una maestra en el camino de las palabras y vaya que las que utilizó fueron las adecuadas: fue nada más y nada menos que Elena Arcila; su comentario fue directo y sin escalas: “Haz un comparativo de dónde estabas parado hace un año y ve ahora en dónde te encuentras”. Estas palabras tan sencillas individualmente, pero poderosas cuando se unen en esta frase, llegaron en el momento adecuado y de la forma correcta, permitiéndome replantear todo lo que había pensado.

Entendí muchas cosas, una de ellas y creo que la más significativa es que lo que vaya a pasar pasará y no lo podemos cambiar, no nos queda más que aceptarlo; otra más fue que nosotros no somos las mismas personas de hace diez años, dos, uno o hasta que ayer; los seres humanos estamos en constante cambio y tenemos la posibilidad de aprender del pasado, de los errores y logros. Por eso es importante ver para adelante, pero con el respaldo de los conocimientos adquiridos ayer. Entonces las aguas regresaron a la normalidad y el rumbo retomó de nuevo su paso firme y seguro.

Por eso considero que algunas veces no está mal dudar, de ahí es cuando surgen las mejores preguntas y está en uno mismo, junto con los suyos, encontrar la respuesta correcta que permita valorar lo que tienes, superar tus errores, aprender de ellos para plantear un nuevo y mejor porvenir.

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