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¿Qué pasaría si de pronto se apaga la luz en tus ojos y todo se vuelve oscuro?, ¿se termina tu mundo? En realidad no, solamente continúa pero de una manera diferente y es que, para muchos, el hecho de ya no contar con uno de los sentidos hace que entren en un estado de confusión, miedo e incertidumbre, pero la realidad es que sí es posible seguir, conocer, explorar y enseñar, haciendo uso del tacto, olfato, gusto y oído, que pueden compensar la carencia de uno de los sentidos del cual el ser humano depende sobremanera.

Pero la respuesta a esta interrogante inicial la plantea un grupo de actores argentinos que llevan esta idea revolucionaria y de inclusión a todas partes de Latinoamérica, con un concepto diferente de una puesta en escena; ellos son Empacho Teatro a Ciegas, tres jóvenes emprendedores que dejaron su nación para llevar un poderoso mensaje de que todos somos iguales, todos merecemos las mismas oportunidades y para entenderlo no hace falta mucho, solamente tener la mente abierta y vivir una experiencia diferente al estar en los zapatos de otra persona, sentir lo que él, experimentar momentos que sin duda hacen entender mucho mejor cómo viven los demás.

La semana pasada conocí a una parte del elenco para difundir el evento que realizaron el pasado fin de semana y ofrecerán el próximo fin de semana; ahí me compartieron el inicio de esta original idea, sus primeros pasos y el avance que han tenido en los últimos años. Al preguntarles más detalles sobre el desarrollo del acto, se limitaron a decirme: “Es mejor que lo experimentes” y tengo que confesar que al momento quedé con algunas dudas, pero continuamos y es que la idea de un teatro inclusivo me llamaba mucho la atención, porque demuestra que sí es posible hacer productos para todos.

Pasaron los días, se dio a conocer la nota y me invitaron a vivir esa experiencia, que, claro, no iba a dejar pasar, ya que deseaba saciar mi curiosidad. Lo primero que ocurrió fue una breve explicación e indicaciones, seguido nos colocamos un antifaz que cubría completamente la luz, haciendo sentir mucha inseguridad, pero rápidamente colocaron a los asistentes en una fila y así recorrimos cada uno de los escenarios experimentando un cúmulo de sensaciones, viviendo lo que el personaje, sintiendo cada acto, formando parte del momento, algo que a mi muy particular punto de vista hace que se entienda más a fondo el mensaje.

Al final todos salieron con una sonrisa dibujada en el rostro, de esas que resultan cuando algo te llena de satisfacción y es que, además de pasar un momento muy entretenido, el público presente se involucró con los actores y entre los mismos asistentes, ya que no importaba si alguien fue solo o acompañado, porque al final tendríamos contacto entre todos. En resumidas cuentas, es una idea muy buena y considero que se debe replicar si es que queremos una verdadera inclusión. Debemos ponernos en los zapatos del prójimo y sentir lo que él y así vivir para todos.

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