A cada segundo tomamos decisiones que constantemente dejan huella en nosotros. Lo hacemos de manera inconsciente pero constante.

Cada pensamiento que tenemos alimenta nuestra cerebro y nuestro espíritu y, sin darnos cuenta, cuando elegimos pensamientos negativos continuamente estamos llevando esto a nuestro inconsciente y por eso sentimos ansiedad y desesperanza.

Es cierto que el mundo de hoy es un mundo difícil y complicado, pero también es cierto que todas las épocas, todos los momentos de la historia han sido difíciles y complicados según como los queramos ver.
Guerras mundiales, civiles, revoluciones, pandemias, hambrunas, calentamiento global, inundaciones, plagas, cada generación ha tenido cosas negativas que superar, que vivir.

Hoy tenemos una globalización que nos ha deshumanizado, la tecnología se ha llevado nuestros sentimientos y nuestras relaciones personales, nos hemos quedado sin tiempo para la reflexión, hay un calentamiento global que amenaza con cambiar los climas de nuestro planeta, Inglaterra dijo no a la comunidad europea, Donald Trump es presidente de Estados Unidos, la gasolina sube de precio cada día, el peso se devalúa, no tenemos dinero para pagar nuestras deudas… así podríamos seguir enumerando desgracias que nos hacen sentir inestabilidad, inseguridad y que llenan nuestra vida de ansiedad, que acaban con nuestra paz interior.

Pero a cada momento podemos elegir nuestros pensamientos, y por cada pensamiento negativo que podríamos tener hay un pensamiento positivo, un pensamiento de gratitud un pensamiento de belleza que puede traer serenidad a nuestra vida.

No podemos dejar que la tecnología y los problemas nos roben nuestra serenidad y nuestra paz mental. Debemos buscar en cada pensamiento que tenemos la armonía, en cada acto, en cada decisión.

No debe haber nada más importante que nuestra propia serenidad, y ésta se forma con la suma de cada pensamiento que tenemos en el día, en la semana, en la vida, es importante ir formando un espíritu positivo.

En ocasiones sentimos que tenemos que demostrar que nosotros sabemos, que entendemos, que la verdad está de nuestro lado, y en la búsqueda de este reconocimiento luchamos muchas batallas, hacemos daño a otros, y lo más importante es que perdemos la serenidad, tomamos las cosas que los demás hacen de manera personal y nos sentimos heridos con facilidad, y en realidad no somos tan importantes más que para nosotros mismos, la vida de los que nos rodean y sus decisiones pocas veces se trata de nosotros, y sin embargo vivimos contaminando nuestra serenidad con dolor y rencor que no iba dirigido a nosotros.

Dicen que más vale nuestra serenidad que tener la razón, y es cierto, perdemos amigos, familiares, conocidos en la lucha de tener la razón, de sentirnos importantes.

En realidad, para quien somos más importantes es para nosotros mismos, y es por eso que de nosotros depende el conservar la serenidad, la felicidad, la paz mental.

Decía Josiah Holland “la mente crece de acuerdo con los alimentos que recibe”, asume la responsabilidad de tu serenidad y elige a partir de este momento los pensamientos positivos, aprende a recibir el amor que te rodea, encuentra belleza en cada momento de tu vida, ve con gratitud cada instante, cada respiración, agradece el aire que entra en tus pulmones, y con cada exhalación regresa esa gratitud a un mundo que está sediento de ella, a una sociedad que necesita positivismo o un mundo que requiere de buenas acciones y no de gente señalando a los culpables.

Dice Wayne Dyer “cuando exprimes una naranja obtienes jugo de naranja, ese mismo principio se aplica a los seres humanos, cuando estás bajo presión sale lo que llevas dentro”.

Haz que cosas bellas salgan de tu interior porque con eso te has alimentado, si no te gusta lo que hay dentro de ti, comienza por cambiar tus pensamientos y lo lograrás.