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Hay personas que con unas palabras tocan tu espíritu. Así me pareció al oír una plática de Margarita Robleda que fue a dar a las señoras que trabajan tejiendo en el comedor de la Ciénega en Chicxulub. Estas señoras tienen una vida muy difícil, enfrentan la pobreza, la incultura, en ocasiones el alcoholismo de algún familiar, pero han decidido hacer algo por ellas y con disciplina se juntan una vez a la semana y se ayudan a realizar cosas tejidas que venden para ayudarse económicamente.

El cambio que hemos visto en ellas es increíble. Los primeros días no podían tejer ni formas simples, les costaba trabajo mantener limpio su tejido. Pero semana a semana han ido formando una comunidad de ayuda, han ido mejorando y con disciplina han logrado convertirse en artistas que tejen hermosos muñecos y objetos que venden. Un grupo de voluntarias va cada semana a explicar, a ayudar, a llevar material y a ayudarles con las ventas, voluntarias que vieron esto como un sueño en principio y hoy tras mucho trabajo es ya una realidad. Ellas tuvieron la visión de descubrir en aquellas mujeres un talento oculto que hoy ha visto la luz.

Pero mientras Margarita les hablaba de cómo mantener el optimismo, de cómo buscar lo bueno en cada uno de nosotros y en cada una de las cosas que nos pasan. Mientras les hablaba, conectaba con ellas y las hacía reír, al mismo tiempo que reflexionar. Qué gran talento el de Margarita, ella dijo en la plática que cuando buscó dentro de ella cuál era su don, qué tenía para darle a los demás, descubrió su talento, que lo que podía compartir, era su alegría.

Qué mejor manera de hablar y de motivar que la risa y qué mejor manera de enseñar que a través del ejemplo. Enseñar a sonreír sonriendo, cantando y en cada canción dejar una enseñanza. Enseñarles a estas mujeres que hace poco no tenían esperanza a creer en ellas mismas por que es en sus manos que está su destino, si así lo quieren y si así lo trabajan.

Enseñándoles también que todos somos comunidad. Ella les dijo “cualquier niño es nuestro niño”, por que nuestra infancia, nuestra juventud son el futuro del mundo, por que no debemos dejar desamparado a ningún niño ni a ningún joven, porque todos son nuestros. Porque para todos los jóvenes nosotros somos ejemplo y tenemos que empezar a vivir una vida llena de valores y llena de alegría para enseñarle a los que nos rodean que ese es el camino.

Vivir con alegría, y al hacerlo contagiar de ella a los que nos rodean, esta es la manera de cambiar al mundo, una sonrisa a la vez. El secreto, la fe y la confianza. El saber que Dios está en cada cosa que nos rodea y ver milagros a nuestro alrededor, saber reconocer en los momentos difíciles la enseñanza y el aprendizaje y recuperar nuestra alegría de vida buscando nuevas oportunidades.

No hay mejor manera de enseñar con el ejemplo, y no hay mejor manera de vivir que hacerlo con amor, con alegría. Hay pocas cosas de la vida que podemos controlar, pero lo que sí podemos controlar es la actitud con la que vivimos y qué mejor actitud elegir que la alegría, sonriendo y contagiando sonrisas.

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