|
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram

Nos encontramos instalados en nuestra zona de confort. Sabemos que no tenemos lo mejor o no hacemos lo mejor, pero nos conformamos con saber que hacemos lo que ya conocemos, lo que creemos saber, y así dejamos que pase el tiempo sin arriesgarnos a conocer otra cosa u otra manera de hacer las cosas por miedo a fallar.

Este es un patrón limitante y tóxico que aprendemos desde nuestra infancia y que vamos pasando de generación en generación sin darnos cuenta. Este patrón nos acompaña a lo largo de nuestras vidas y cada vez se hace más acentuado conforme creemos estar más seguros en nuestra zona de confort.

En el fondo todos tenemos una parte indómita, que se quiere atrever, que piensa en cosas innovadoras y diferentes. De hecho, desde que nacemos lo único constante que enfrentamos es el cambio, nuestra vida no es más que un constante cambio que busca el equilibrio, pero en realidad a cada momento existe el riesgo de un suceso que lo cambie todo, que derrumbe nuestra burbuja protegida y no enfrente al cambio y con él, al crecimiento.

Desde que nacemos recibimos presiones de nuestro medio ambiente, de los que nos rodean. Constantemente escuchamos qué podemos y qué no podemos hacer, cuáles son los sueños de nuestros padres y cuáles creen ellos que son nuestras limitaciones, esto nos va restando seguridad, nos convierte en personas inseguras que se aferran a lo conocido por miedo a enfrentar nuevas posibilidades y no estar a la altura.

Aprendemos a caminar y cada intento es un reto, pero es también un aprendizaje. Así vamos de caída en caída, haciéndolo mejor hasta que un día podemos caminar por la habitación. Si no nos permitieran caernos, si nuestros padres siempre estuvieran junto a nosotros para darnos una mano y ayudarnos a mantener el equilibrio tardaríamos mucho más en aprender a estabilizarnos.

Las caídas nos enseñan, nos enseñan a caminar pero también nos enseñan a caer, y a volver a levantarnos. Es una gran lección que no debemos olvidar a lo largo de nuestra vida. Hay que intentarlo, si caes, debes volver a intentarlo. El no caer, el recibir siempre ayuda y cobijo te hará crecer con la sensación de que no debes de hacer caso a tu instinto, te llenará de miedo a estar solo y a emprender.

Si no corres riesgos, vivirás seguramente una vida tranquila y sin sobresaltos, pero al mismo tiempo una vida gris, una vida en la que no seguiste tu instinto y que seguramente no hiciste lo que tanto te apasionaba. Si queremos enfrentar nuestros retos tenemos que superar el miedo y el conformismo.

Hay muchos miedos que nos rodean: el miedo a fracasar, el miedo a no ser suficientemente bueno, el miedo a lo que piensen los demás, el miedo a la caída misma, pero podemos dejarlos atrás trabajando en nuestra autoestima, en nuestro conocimiento de nosotros mismos, redescubriendo nuestros dones y talentos.

Los miedos no son más que experiencias negativas de nuestro pasado que surgieron por algo que nos pasó o por alguien que nos los transmitió. Hay que identificar los miedos, ¿a qué le temes? ¿Por qué crees que no podrás? Enfócate en tus habilidades, en tus conocimientos, en las veces que lo has logrado, en todas las veces que te dijeron que no podrías y que pudiste, en esas veces que te sorprendiste a ti mismo haciendo algo que creías imposible, conecta con algún recuerdo de un momento en que te hayas sentido verdaderamente libre.

Recuerda que una caída solo es una nueva oportunidad de aprendizaje, aprende de tu error y vuelve a intentarlo. Cierra tus ojos y escucha a tu corazón, seguir a tus instintos no significa lanzar de cabeza hacia cualquier proyecto loco, tu corazón sabe, sabe cuándo es un sueño que hay que seguir y cuándo es solo un reto al azar. Escucha a tu corazón.

Aprende de los demás, otros han intentado tu camino, leer sus historias, escuchar sus vidas te ayuda a adquirir aprendizaje de los errores que otros cometieron y de los aciertos también. Disminuye la ansiedad de lo desconocido preparándote para posibles escenarios, pero siempre con el optimismo de que estas en el camino correcto y que seguir tu instinto y seguir tus sueños siempre es la mejor opción.

Decía Winston Churchill que el éxito es “ir de fracaso en fracaso sin perder el entusiasmo”. Atrévete a salir de tu zona de confort.

Lo más leído

skeleton





skeleton