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Definitivamente nuestra felicidad no está en los demás, está en nuestro interior, pero diversos estudios científicos, que cita el neurocientifico Dean Burnett, han demostrado que las personas que tienen un grupo de amigos y que interactúan constantemente con otras personas como grupo tienen una mayor sensación de felicidad.

Desde el principio de los tiempos, nuestra sociabilidad nos llevó a la evolución del cerebro. Lograr que nuestras relaciones sean a largo plazo precisa de grandes dosis de pensamiento y reflexión, mucho más de lo que exigen las relaciones esporádicas. En el caso de los primates, el tamaño del grupo de pertenencia está ligado al tamaño y evolución del cerebro. Por lo que la formación de lazos duraderos y gratificantes con varios individuos nos ayuda a tener una inteligencia más clara y a tener una mayor sensación de felicidad.

La comunidad nos daba la sensación de estar protegidos de los depredadores y de garantizarnos el acceso a la comida, de forma muy básica el ser humano fue entendiendo la conveniencia de vivir en comunidad; así, aunque la vida ha evolucionado, muchos seguimos sintiendo esa tranquilidad de pertenencia y aceptación que nos da convivir con un grupo de amigos.

Nuestros cerebros se sincronizan cuando estamos con personas que nos agradan, y eso es por eso que, en ocasiones, sonreímos o hacemos muecas de dolor mientras escuchamos a otra persona contar sus experiencias. A esto se llama empatía, la capacidad de entender y compartir los sentimientos de otros. No solo de caminar con sus zapatos, sino también de tratar de entender su sentimiento y sus emociones.

Esto nos lleva a que podemos compartir la felicidad a través de la empatía, cuando nos sentimos felices podemos ayudar a otros a sentirlo, y de la misma manera, cuando otra persona está feliz y compartimos tiempo con ella, podemos beneficiarnos con un poco de la felicidad que contagia.

Cuando disfrutamos algo, nos sentimos felices, y si estamos compartiendo el momento con otra persona que siente felicidad esto hace que nuestro cerebro nos recompense por las interacciones sociales positivas. Esta es una razón por la que se nos recomienda alejarnos de personas tóxicas, personas negativas que constantemente se fijan en los problemas y en los obstáculos y que, al contagiarnos, empañan un poco la felicidad que sentimos. La ausencia de interacción social lleva a las personas a tener muchos problemas, también nos afectan negativamente el rechazo, la vergüenza, la culpa, los celos.

Cuando queremos definirnos, la aprobación o el rechazo de los demás son definitivos. Tomamos como buenas todas las acciones que realizamos y que producen aceptación en los otros, y como malas todas las que producen rechazo. Por eso tratamos de dar siempre la mejor imagen de nosotros, aunque ahora, con las redes sociales, muchas veces eso significa mentir abiertamente, modificar fotografías con el fin de mostrar una imagen más estilizada, más joven o más sonriente de lo que en realidad somos. Esta realidad virtual se llega a convertir en autoengaño, y muchas personas llegan a creer que pueden modificar su realidad usando un poco de Photoshop o algunos filtros.

Nuestra mente sabe que la generación de oxitocina le hace sentir sensaciones de placer y felicidad. Esta hormona se produce casi siempre cuando tenemos relaciones sociales positivas, cuando nos sentimos aceptados y amados. Inconscientemente por eso nos alejamos de las personas que nos rechazan o nos juzgan; cuando logramos tener relaciones sanas casi siempre es con personas que saben aceptarnos.

Somos seres individuales, capaces de tomar nuestras propias decisiones, y debemos buscar dentro de nosotros mismos la fuente de la felicidad y la serenidad, pero al mismo tiempo somos parte de un grupo y este grupo y nuestra comunidad forman parte de nuestra identidad.

Si bien es cierto que no debemos de dejar que esta influencia sea tan grande que nos haga rechazarnos a nosotros mismos para lograr la aceptación, sí debemos buscar un grupo en el que nos sintamos plenamente aceptados para poder fortalecer y acrecentar nuestra sensación de serenidad y felicidad.

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