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Luis Rosado Vega escribió que el K’aak’asba’al, ser maligno del Mayab, puede ser abatido y, para dar certeza a su dicho, publicó un relato vinculado a un cenote llamado Sak Ja’, el cual había sido poseído por uno de estos seres. Un leñador que estuvo a punto de entrar al citado cenote fue salvado por una deidad benéfica manifestada en forma de anciano. Éste le dijo que le llevara una rama del árbol chakaj y luego que se alejara hasta llegar a un cuarto de legua. Cuando el leñador arribó al punto señalado escogió un árbol robusto y se aferró a él. En ese mismo instante un gran rayo rompió el firmamento, perturbando la atmósfera. Simultáneamente se escuchó un alarido tan intenso que atravesó todo el monte.

Repuesto del susto, el leñador dudó entre seguir su marcha o regresar al lugar en donde había dejado al anciano. Pudo más su curiosidad y regresó al cenote. No parecía haber ocurrido nada, pero buscó al viejo y no lo halló. En cambio, encontró abandonada, en la entrada de la caverna, la rama del árbol chakaj que estaba manchada con sangre negra.

Al mismo tiempo sintió una insoportable pestilencia que emanaba del cenote. Se asomó a éste para mirar la causa, descubrió que las aguas, antes tan diáfanas, ahora estaban turbias y que la misteriosa claridad que antes parecía iluminar la caverna había desaparecido, dejando el cenote muy sombrío. Vio que flotaba en el agua un bulto amorfo y negro. Se retiró espantado del lugar.

Al regresar a su pueblo el leñador contó los sucesos que había presenciado. La gente se asombró y los adivinos fueron al cenote para averiguar qué había pasado y concluyeron lo siguiente: que el cenote ya no estaba embrujado. También dedujeron que el viejo mencionado por el leñador era Yuum Cháak, el Dios del Agua, que rige las lluvias y es dueño de las aguas subterráneas que yacen en las cuevas y cenotes. Este dios ya estaba molesto por las acciones perversas del K’aak’asba’al, quien habitaba el cenote Sak Ja’, y por tanto resolvió eliminarlo. Yuum Cháak aprovechó que el cazador trataba de penetrar a la caverna para cumplir su cometido. Otra conclusión fue que Yuum Cháak utilizó la rama de chakaj para azotar al monstruo hasta matarlo y luego arrojó su cadáver al cenote.

Los adivinos dijeron que el rayo que había surcado el cielo fue la señal del primer azote. La pestilencia de las aguas se debía a la descomposición del monstruo, el bulto amorfo, pero después de tres noches el agua quedaría limpia.

Finalmente los adivinos expresaron que la sangre negra que manchaba la rama de chakaj era del K’aak’asba’al, quien perturbó el agua del cenote, dominio de Yuum Cháak y preciado elemento de primera necesidad para los humanos.

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