|
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram

La guajira de Guantánamo, canción encumbrada por Joseíto Fernández con el estribillo insistente de la canción cubana más popular, tiene rostro y nombre para que nadie olvide que esa melodía está representada por una mujer nacida nada menos que en la provincia que obsequió su gentilicio al canto.

Quizás la personificación de Guantanamera en una mujer de carne y hueso, dueña de una gallardía sin precedente, con el tiempo pueda ocasionar más confusiones, pues alrededor de la célebre copla se han urdido diversas historias, unas nacidas de las confesiones que alguna vez hizo el propio trovador Fernández, recordando que, antes de ser guantanamera, la guajira a la que cantaba había sido santiaguera, camagüeyana o matancera, según el lugar donde la interpretara.

Otras han florecido a partir de una fábula que alude a unos compañeros de Guantánamo, dirigidos por Herminio García Wilson, que cantaron la inmortal tonadilla al ver pasar a una muchacha cuya belleza y donaire ameritaron la canción, y fue reinterpretada poco más tarde, con nuevos versos repentinos, en casa de un vecino a la cual fue invitada la mismísima inspiradora que quedó asombrada con la dedicatoria.

Ambas versiones, y otras no que no se han recogido en estas líneas, seguramente son genuinas e incluso complementarias para darle sentido a la historia de esta bella canción, que con el paso de los años se ha vuelto una suerte de himno a la cubanía. Sin embargo, quienes gustamos de ella carecíamos de algún referente que nos procurara imágenes femeninas cuando la escuchamos, completamente redimida y engalanada desde la incorporaron de las primeras estrofas de los Versos sencillos de José Martí, que el gran Pete Seeger difundió en varios países.

Planteado el rostro y nombre de la canción Guantanamera, no faltará quien, apelando a su propio ideal de belleza, refute esta versión, puesta en la imagen que retengo en la memoria, lo cual no es sino una posibilidad basada en los sentidos que nos guían.

Ciertamente sobrarán razones para objetarla, pero, si se toma en cuenta que el carácter de la canción ha propiciado muchos cambios, variando sus estrofas y hasta las temáticas, por los mismos decimistas que la interpretan, no encuentro inconveniente alguno para que cada cual, a partir su personal gusto, establezca en su pensamiento y en su espíritu una representación particular de Guantanamera.

Ésta simplemente ofrece una figura que no puede evadirse con facilidad, quizás porque a través de ella he ido descubriendo que todos estos años de haber escuchado el antiguo estribillo, pertinaz y acompasado como pocos, ni siquiera había sentido el aroma de la tierra caliente donde se ve la primera luz del día.

Lo más leído

skeleton





skeleton