|
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram

El antiguo refrán que atribuye sucesión y semejanza, en cuanto a talento o ineptitud, de padre a hijo, resumido en el aforismo, de tal palo, tal astilla, no siempre cumple sus propósitos.

Al contrario, existe cierta inclinación hacia el rompimiento, ya que las astillas, personificadas en los hijos, ensayan todas las formas posibles de alejarse del palo antes de definir una ruta para su vida.

Aquello no debiera extrañarnos, pues, bien vistas las cosas, el argumento cobra sentido, sobre todo si se toma en cuenta la natural propensión a la independencia que tiene la juventud, edad en la que intentan retirarse un poco del hogar, de las rutinas impuestas y de cualquier hilo que simbolice las diversas influencias del palo.

Éste, representado por el padre o por algún profesor, como madero viejo ante los ojos de la astilla, encarna los frenos y la hegemonía repudiadas por los jóvenes desde la más íntima de sus rebeldías. En lo personal, celebro las rupturas culturales y de ideas cada vez que ocurren, dado que nada me resulta más parecido al absurdo que un muchacho bien portado, acicalado en formas y pensamiento -un señorcito, diría mi amigo el cronista-, tratando de reproducir a toda costa la figura del padre o la madre, del profesor o de cualquier personaje con tendencias a inhibir la originalidad y el desacato de esa época invencible, que si se conserva intacta en el interior de las personas, con sus aciertos y desencantos, al paso de los años puede llegar a ser un antídoto contra las actitudes impositivas, suscritas a nombre de las buenas costumbres o de las tradiciones culturales, políticas y académicas.

Quizás por ser partidario de la educación en libertad y para la libertad, veo en ella la mejor opción para cultivar relaciones sanas entre el palo y la astilla, tanto en las aulas como el hogar y en los ámbitos donde se pueda compartir con gente joven, afecta a las discusiones largas, adicta a contradecir sin pena, en medio de un café completamente horizontal.

Un recuerdo agradable que conservo de los amigos jóvenes es la lectura de don José de la Luz Mena, quien consagró su vida a la elaboración de un método originalísimo de educación liberadora, denominando Racionalismo, impulsado como sistema de enseñanza durante el gobierno de Felipe Carrillo Puerto, pero que ha sido arrinconado sin conocerse a fondo.

Fueron mis amigos jóvenes quienes me acercaron a la vida y obra de este ilustre maestro. Y es que de mi experiencia paterna y como profesor universitario de muchas generaciones, guardo auténticas enseñanzas, puesto que estoy seguro de que nunca he pretendido verme reflejado en una astilla, ni creo que valga la pena hacerlo.

Como antaño, mi credo sigue siendo: prohibido prohibir.

Lo más leído

skeleton





skeleton