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En la cosmovisión de los mixtecos del municipio de Juxtlahuaca, Oaxaca, que Amada Orduña Garrido estudió, se concibe que, a través de ciertos rituales efectuados por los chamanes locales, se pueden pedir las lluvias a una extraña y poderosa entidad mítica llamada Tabayuco.

Orduña Garrido consigna que los rituales se efectúan en las cuevas porque éstas son consideradas sagradas, ya que simbolizan el vientre materno.

Entre todas las cavernas de esa región destaca Cuevita del Agua porque allí se inicia el primer ritual del calendario para la petición de lluvias.

En realidad, esta cueva es un abrigo rocoso con pequeños chorros de agua que la mantienen húmeda todo el año. La ininterrumpida práctica de este rito ancestral ha logrado la fusión de la deidad prehispánica con un santo del culto católico.

En sus paredes irregulares, cubiertas de musgo, todo el tiempo hay veladoras encendidas y flores frescas, lo cual manifiesta la atención continua por parte de los creyentes.

En medio de la cavidad se encuentran las ofrendas en cajas de madera y también hay una piedra plana, que los mixtecos llaman la “mesa de la ofrenda”, sobre la cual hay una cabeza descarnada de un chivo, previamente sacrificado a San Marcos, santo que evoca simultáneamente al Tabayuco.

Los nativos de esta región confieren a ambas deidades el poder sobre la lluvia. Pero el Tabayuco también es el señor del monte, de los animales, de las plantas silvestres y de todo lo que la tierra produce.

El primer día de abril de cada año, los pobladores del barrio de Santo Domingo realizan el ritual de petición de lluvia en la Cuevita del Agua.

El evento empieza cuando se reúnen de 25 a 30 personas, quienes llevan como ofrendas un chivo vivo, velas, flores blancas, aguardiente y pulque.

Primero limpian espiritualmente a cada uno de los asistentes, luego se sahúma la cueva y posteriormente se reza a San Marcos, aunque discretamente todos saben que a quien se hacen las rogativas es al Tabayuco.

Dado que este ser mítico es proveedor de lluvias y alimentos, los mixtecos de Juxtlahuaca lo conciben como padre y madre a la vez.

Para que el Tabayuco cumpla con las demandas de los campesinos, éstos tienen que entregar todas las ofrendas en el ritual, pero la principal es el chivo.

A las 12 de la noche le cortan la cabeza al animal y su sangre riega el suelo de la cavidad. El cráneo se quedará en la cueva durante todo el año. Así se alimenta al Tabayuco.

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