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Los selk’nam, llamados también onas, constituyen una etnia originaria de nuestro continente que vive en la Isla Grande de Tierra del Fuego, en el extremo austral de Argentina y Chile. Adolfo Colombres afirmó que, al igual que otros pueblos originarios, al principio ellos fueron nómadas, cazadores y recolectores, pero posteriormente fijaron su residencia en la parte argentina de la citada isla.

Los varones tenían una talla media de 1.80 metros; eran corpulentos, musculosos, anchos de hombros, de tez bronceada y de gran agilidad, lo que les hacía exitosos en la cacería. Las mujeres eran más bajas y tendientes a aumentar de peso. A pesar de haber sido casi exterminados por los procesos de colonización y sufrir muchos infortunios, aún conservan buena parte de su tradición oral.

Según Anne Chapman, citada por Colombres, cuando los hombres pusieron término al matriarcado en el territorio selk’nam, mataron y desterraron a muchas mujeres de las tribus. Los niños huérfanos huyeron aterrorizados al bosque, donde lograron sobrevivir alimentándose de hongos, raíces y bayas. A medida que pasaba el tiempo, su cuerpo iba cubriéndose de pelos. Al final, casi perdieron la capacidad de hablar y se transformaron en los Yosi, los temibles espíritus del bosque profundo.

Colombres señala que, en las distintas versiones existentes acerca de los Yosi, aparece frecuentemente su cualidad de la transparencia, atributo que permite a los onas ver los árboles a través de su cuerpo. Se dice que, por lo común, tienen la forma y el tamaño de un hombre, pero son seres sobrenaturales. En los relatos acerca de ellos destacan su buena conformación física y su largo pene. Aunque son excesivamente lujuriosos, carecen de hembras propias, razón por la cual frecuentemente raptan mujeres onas para satisfacer sus deseos eróticos. Suelen inducir a la víctima a un profundo sueño y en esa circunstancia sacian plenamente sus instintos sexuales. Pero cuando terminan la cópula, la mujer queda estéril.

Los Yosi generalmente deambulan desnudos, aunque de vez en cuando se cubren con una capa de piel de zorro. Cuando se comunican entre ellos, hablan muy bajo y con muchas señas. Se dice que viven en las cavernas y abismos montañosos del bosque. Amontonan leña en el suelo, pero nunca encienden fuego; en vez de eso, optan por acercarse a los fogones de los hombres que están solos en el bosque y hacerles compañía. Sin embargo, otros Yosi observan a los humanos desde un tronco hueco y a la primera oportunidad saltan sobre ellos para atacarlos con una fuerza extraordinaria, superior a la humana. Cuando los indígenas oyen de noche rajarse un árbol o quebrarse una rama dicen que allí anda el Yosi. A los hombres les gusta hablar de él de un modo pícaro, aludiendo a su lujuria, pero las mujeres, por pudor, ni siquiera lo mencionan cuando hay hombres delante.

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