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Entre los héroes y hombres de la mitología griega pocos han logrado entrar al mundo de los muertos y retornar al de los vivos. Andreas Koppen publicó un relato que da cuenta de una hazaña realizada por Orfeo para rescatar a su esposa Eurídice.

Orfeo era hijo de Apolo y de Calíope, el dios de las artes y la musa de la poesía. De modo que de ellos heredó el don de la música y de la palabra. Orfeo era tan bueno en sus oficios que apaciguaba a todo tipo de animales y monstruos con el sonido de su lira. Con el mismo talento ayudó a los argonautas durante aquel famoso viaje. Al bajar de barco, Orfeo conoció a Eurídice, hermosa ninfa del bosque con quien se casó.

En cierta ocasión, Orfeo estaba de viaje y Eurídice fue al bosque con sus compañeras ninfas. En un momento dado, fue mordida por una serpiente venenosa. Cuando Orfeo regresó y no vio a su esposa, mandó a unos soldados a buscarla. Cuando regresaron le informaron de la muerte de Eurídice.

Ante la situación, Orfeo decidió ir al reino de los muertos para traerla de vuelta a la vida. Se encaminó rumbo al río Estigia y allí se encontró con Caronte, quien, conmovido por la música de su lira, accedió a acercarlo al infierno en su barca. En la puerta del averno estaba el Cancerbero, aterrador perro de tres cabezas, que también sucumbió a la música de Orfeo.

Al llegar ante los reyes del infierno, Hades y Perséfone, suplicó que le permitieran llevarse a Eurídice. Éstos accedieron con la condición de que Orfeo no debía volver la mirada hacia su esposa antes de dejar el inframundo y tornar a la luz del día. De lo contrario, Eurídice volvería al infierno y esta vez para siempre. A Orfeo le pereció muy fácil cumplir con el requisito y aceptó.

El héroe se reunió con su amada y emprendieron juntos el camino para salir del inframundo. Para el caso, los esposos atravesaron el lago Estigia y luego traspasaron un estrecho pasadizo que los llevó de regreso a la tierra. En más de una ocasión, Orfeo se vio tentado de girar la vista a fin de comprobar si Eurídice iba efectivamente detrás de él o si Hades y Perséfone no habían hecho más que engañarlo y avanzaba en compañía de un demonio. Pero resistió la tentación.

Después de todo el periplo, avistaron la salida y cuando Orfeo estuvo afuera, fue tanta su ansiedad por ver a su amada que se dio la vuelta para mirar a Eurídice, pero sucedió algo fatal. Ella aún tenía un pie en el inframundo y no había llegado del todo a la luz del sol. En consecuencia, se desvaneció ante los ojos mortificados de su esposo.

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