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Yohanan Díaz Vargas enfatizó la importancia de comprender que todos los seres considerados mágicos o míticos son espíritus o formas de consciencia reales y definidas en las distintas culturas. Además, proceden desde los cuatro elementos fundamentales representados por la tierra, el aire, el fuego y el agua. Esto significa que intervienen también en el propio ser humano que, asimismo, está constituido por esos cuatro elementos. Agrega que el comportamiento de los humanos hacia las entidades mágicas está en función del respectivo grado de evolución social.

Uno de los seres míticos más conocidos en el mundo son los duendes, llamados con distintos nombres dependiendo del lugar y de la manera de manifestarse ante los humanos. En México son conocidos como tlaloques, chaneques, antivitos y aluxes, principalmente. Una de sus funciones de mayor importancia es enviar las lluvias a los pueblos agrícolas ubicados en el área donde antes fue Mesoamérica.

Para ejemplificar esto, Díaz cita el libro Las tierras y montañas de Tepoztlán, obra de Ángel Zúñiga Navarrete, realizada en el municipio homónimo, en el estado de Morelos. En el texto mencionado se dice que a los duendes se les puede ver en ciertos lugares de esta región tocando sus inseparables tamborcillos, vestidos de diferentes colores y con una espada en una mano, siguiendo veredas o atravesando la maleza con la eterna sonrisa que los caracteriza.

Zúñiga agrega que en el pueblo de San Andrés, parte sur de Tepoztlán, hay una gran caverna en la que cada año, antes de que empiece la temporada de lluvias, un grupo de personas acude al lugar y lleva, a manera de ofrenda, el sabroso mole verde con tamales. El ritual está dirigido a los Ahuaques, míticos moradores de la cueva, cuya descripción hace clara referencia a los duendes.

Antes de que el grupo de indígenas salga del pueblo, se le encarga a un Tata, persona preparada, que entre a la cueva, entregue la ofrenda y suplique, mediante plegarias, a los Ahuaques que envíen un buen temporal, que no falte el agua para las milpas y, de este modo, los campesinos tengan la comida suficiente durante todo el año. Estos seres son tratados con mucho respeto, pues se considera que tienen el poder de dirigir las nubes y guiar oportunamente las lluvias para distribuirlas en las milpas de los agricultores y les toque a todas, concluye Zúñiga.

Díaz comenta que, en México, el mito concerniente a los duendes está muy arraigado. Que su presencia generalmente no causa miedo, sino que produce interés y simpatía. A veces, la gente del campo les ofrece muchas clases de productos con la intención de atraerlos, lo que en realidad es muy difícil.

Si alguien tiene la fortuna de encontrarse con un duende debe de tratarlo con mucho respeto y cortesía, pues son seres muy sensibles y también poderosos.

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