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Alianzas de capitales locales con marcas nacionales de presencia internacional ponen los ojos en Yucatán y Quintana Roo, con propuestas tan variadas como la naturaleza de Celestún y la tradición de Cozumel.

Paraíso ecoturístico de Yucatán, el paisaje excepcional de Celestún forma parte del patrimonio mundial de la reserva especial de la biósfera del mismo nombre; con una superficie de 60 mil hectáreas y una longitud de 21 km, declarado oficialmente refugio faunístico desde 1979. La observación de aves, como el “ballet aéreo” de los flamencos, además de su gastronomía, forma parte de sus atractivos.

Kohunlich fue una ciudad y centro ceremonial maya, ubicado a unos 65 kilómetros de Chetumal, en la región de Río Bec, muy cerca de la frontera entre México y Belice, hasta hace poco zona olvidada turísticamente.

“El año pasado anunciamos la liberación de nuestra marca Hoteles ONE y ya tenemos tres contratos firmados en Mérida, Morelia y Ciudad Juárez, y estamos en pláticas para más plazas”, informó Antonio Echeverría, director de franquicias de Gamma.

La empresa hotelera planea lanzar para principios de 2020 una marca, exclusivamente con el modelo de franquicia, enfocada a hoteles boutique para el segmento de lujo y esperan tener concretados entre dos y tres hoteles para entonces.

A la fecha cuenta con 20 hoteles con una oferta de 2,800 habitaciones y tiene seis contratos en proceso de conversión para hoteles que se integrarán en los próximos tres a cuatro meses.

En el plan de negocios se prevé llegar a los 70 hoteles para 2025.

El costo que representa el modelo de franquicia para los franquiciatarios es entre 11 y 12 por ciento de los ingresos por habitación; del 100 por ciento de los ingresos generados para los hoteles, el 50 corresponde a los canales de distribución de la compañía.

Estas estrategias parecen indicar la búsqueda constante de la iniciativa privada turística de formatos de inversión que le permitan abarcar más regiones y segmentos, sin descuidar su presencia tradicional. Además de no dejar más de lado otros nichos otrora poco apreciados como el sur de Quintana Roo o la costa yucateca.

El modelo de franquicias parece permitirlo para involucrar capitales locales con una operación y estándares garantizados que permitan competir en mercados cada vez más especializados, y a la vez, presionados por nuevas políticas fiscales y por la presencia de las plataformas digitales.

En grupo, en alianza, ya no está fuera de prioridades optar por pequeños rincones llenos de naturaleza y arqueología, afrontando además el reto de la conservación y la sostenibilidad.

Ello parece demostrar que ya no es posible conformarse con un solo segmento o un solo formato. Es necesario romper una vez más los esquemas, como se lee entre líneas en los propósitos de Grupo Posadas.

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