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Ir al teatro siempre entraña el deseo de ser sorprendidos y encantados; por el discurso, la estética, las actuaciones, la música o todos los elementos, cuando son bien conjuntados. Eso me sucedió el domingo, después de ver “Una bestia en mi jardín”, escrita y dirigida por Valentina Sierra; salí encantada. En los últimos tiempos, el teatro para niños habla de los temas que en algún momento se consideraron tabú. “Una bestia en mi jardín” aborda el tema de la migración, y como este fenómeno impacta a quien observa desde afuera con la inocencia de un niño. Fernando Bonilla encarna a “La bestia”, ese tren gigante que lleva gente en su lomo y que en la puesta se siente cansado y herido por todo lo que tiene que vivir. “La bestia” aulla, ruge, avanza sin pensar en todo lo que arrolla a su paso, pero también es presentada como un ser vulnerable y desgarrado. La mirada de Damián es irresistible, por eso la guarda cerca de su corazón, y aunque, como todas las bestias, causa miedo, la dramaturgia hace que estos dos personajes se encuentren en medio de su soledad finita. El pequeño Damián, vive en un refugio para migrantes, su mamá no para de trabajar, pero aun así, logra hacer tiempo para regalar comida a aquellos que pasan sobre la bestia, con el deseo de cruzar la frontera. Ella es una mujer generosa que deja poco tiempo para sí y para las preguntas de su hijo. Damián juega y sueña, a veces sus sueños se convierten en pesadillas que no puede explicarse, pero que reflejan todas las preguntas que anidan en su corazón. El ir y venir de su madre, le permite poco tiempo para comunicarle lo que siente. El universo de Damián está lleno de imágenes, ruidos, miedos que se materializan sobre las vías del tren, un tren que detiene su paso para explicarle un poco lo que el pequeño necesita saber.

La música en vivo y las metáforas que construye la directora hacen que niños y adultos entremos de lleno a la historia; como debe ser, porque un buen texto para niños es un buen texto para todos. Los guiños en las actuaciones, muy bien colocados desde la música en vivo -con actores, músicos y acróbatas- nos divierten para luego hacernos reflexionar sobre la profundidad de la historia. La obra está en cartelera hasta al 15 de diciembre en el Teatro Isabela Corona, los sábados y domingos a las 12:30 horas. Completan el elenco Francia Castañeda, Malcolm Méndez, Yurief Nieves, Bruno Salvador Jiménez y Nohemí Espinosa.

En tiempos en que las imágenes de los migrantes nos avasallan en la televisión, en tiempos en los que todos somos migrantes y podemos sentir que no pertenecemos a ningún lugar, es imprescindible que las niñas y los niños puedan ver historias como éstas en el teatro: porque donde las palabras se agotan, aparece el teatro para contar el mundo. Espero que “la bestia” (la del teatro) siga viajando por muchos lugares -ojalá la llevaran a Mérida- y más niñas y niños canten, jueguen, bailen y se expliquen esas cosas que los adultos no suelen contar.

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