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He leído con gran tristeza lo que está pasando con las enfermeras y el trato que sufren para ir a trabajar. Mi sobrina es enfermera, y me ha compartido casos y problemáticas que viven desde que iniciamos la cuarentena por el coronavirus. A ella le tocó subirse al camión con su uniforme, la gente empezó a chiflar y a pedir que la bajaran. A uno de sus compañeros que es de Ticul, cuando iba de regreso, no le quisieron vender un boleto en la combi. Tuvo que conseguir ropa, cambiarse en el baño y así sí le vendieron el boleto. Ellas han sufrido cancelaciones de Uber y Didi, y que los choferes de los autobuses no les den parada. La opción que tienen es irse con ropa de casa a los hospitales y ponerse el uniforme al llegar.

Platiqué con una ex alumna que, me consta, es una gran doctora, ella y su pareja son doctores, tiene guardias de 24 horas y hace unos días sus vecinos llevaron mariachis a una fiesta y no los dejaron dormir. Hace falta mucha conciencia, comparto el testimonio de la doctora: “Muchos del personal de salud se están aislando de sus familias, mandan a sus familiares de riesgo a otras casas, o ellos rentan para aislarse. Tengo amigos que se aíslan en su cuarto, porque no pueden rentar. Ritual de entrada y limpieza para que no contaminemos la casa. Los equipos de protección personal nosotros en la mayoría los estamos comprando (a precios elevadísimos) porque no hay o no alcanzan para las jornadas. La gente no está respetando el hecho de que es una cuarentena y no momento de hacer fiestas. Acuden a consultar por cosas que llevan meses de evolución, porque como está baja la consulta, aprovechan. Muchos están tensos, ansiosos. La gente se estresa y se pone agresiva en las salas de espera, y honestamente a mí me hace sentir triste oírlos decir que ‘somos huevones’, que ‘para eso nos pagan’. Nadie está pidiendo que nos aplaudan, ni homenajes. Solo que cumplan las medidas de contingencia y que se nos otorgue equipo de protección personal. Que quiten ese romanticismo de ‘héroes sin capa’; somos profesionales, ameritamos el equipo de protección y un gobierno que suministre recursos al sistema de salud. Es triste, se ven cosas muy buenas y muy malas de la sociedad. Las enfermeras siempre se la rifan. Lo triste es esa actitud individualista y de ‘a mí no me va a pasar’, eso no ayuda, como no ayuda sentirse intocable. Si esto no cambia nuestra actitud, no se qué lo hará. El estado de Sinaloa o Sonora, no recuerdo cuál, esta ‘llamando’ a los estudiantes de medicina a que vean si es su vocación el ser médicos y atiendan en la contingencia. ¡Son estudiantes!”.

Espero que pronto nuestros enfermeros reciban más apoyo, que el gobierno les otorgue transporte y el equipo que requieren, y nosotros, como sociedad, que podamos otorgarles el respeto que merecen, y en estas dos semanas, que son cruciales, nos quedemos en casa para contribuir a salir pronto de esta crisis sanitaria.

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