Urgente

Deberían establecerse parámetros para evaluar, medir y registrar el historial de calidad de empresas constructoras.

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La industria de la construcción está necesitando con urgencia que las empresas del ramo tengan, especialmente en el sector público, la garantía de acceso a oportunidades de negocio en concordancia con su capacidad, demostrada y comprobada mediante un historial de cumplimiento en el pasado y en la fortaleza técnica de su capital humano, la solidez de sus finanzas y aparato administrativo, y la cantidad y estado de sus equipos si son necesarios para ejecutar la obra de la que se trate.

La decisión de invitarlas a las licitaciones y otorgarles un contrato tendría necesariamente que considerar la calidad con la que esa empresa acostumbra y ha demostrado realizar sus obras; deberían establecerse parámetros para evaluar, medir y registrar su historial de calidad y que eso sirva para la toma de decisiones.

Igualmente el servicio atento, dedicado y profesional debiera tener una ponderación importante en el proceso de selección. Eficacia, eficiencia y otros atributos son también deseables.

Exclusivamente esos factores son los que deberían ser tomados en cuenta, debe erradicarse toda sospecha de corrupción y es imperativo suspender privilegios o cuotas de poder para individuos y organizaciones por motivos obscuros y alejados de la ética.

Nada, absolutamente NADA, genera crecimiento, estabilidad, mejoría y prosperidad, como la sana y equitativa competencia entre empresas. La corrupción, el compadrazgo y el criminal aprovechamiento de una posición política ventajosa que algunos funcionarios usan para dirigir negocios a empresas que ellos mismos poseen por medio de prestanombres debe acabarse de inmediato.

Por otro lado, si estuviéramos todos de acuerdo en invertir tiempo, dinero y esfuerzo en una mayor calidad, que se traduciría en infraestructura más durable, con menos costos de mantenimiento y verdaderamente útil, tendríamos también que ajustar los precios de los conceptos de obra para asegurar que se cubren todos los costos directos e indirectos reales, que permitan incluir materiales, equipos y mano de obra acordes con esa alta calidad que se ha establecido como objetivo, y que la plantilla profesional del sector pueda gozar de salarios dignos, además de asegurar para los accionistas una justa aunque moderada utilidad. Seguir apostándole a los “precios bajos” impide el desarrollo tecnológico y la actualización profesional, al mismo tiempo que aumenta la dependencia de empresas extranjeras para ejecutar obras de mayor envergadura y complejidad técnica.

En las etapas de planeación y programación de las obras públicas de infraestructura se deben generar verdaderos proyectos ejecutivos, completos, bien hechos y correctamente especificados, y sobre todo costeados de acuerdo con las condiciones reales del mercado y los rendimientos de una mano de obra que tenga como premisa fundamental la calidad. En México, y en el sureste, urgen grandes y modernas obras de infraestructura construidas por empresas mexicanas, por eso trabajar en estos temas siempre ha sido estratégico y hoy se ha vuelto ya algo también urgente.

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